Respuestas
Explicación:
En las siguientes conferencias me propongo considerar las diversas justificaciones posibles para la
creencia religiosa. Toda generación debe afrontar esta inquietud de una forma u otra. Es propio de la
religión que la humanidad modifique constantemente su actitud ante ella.
El contraste entre la religión y las verdades elementales de la aritmética ilustra lo que intento decir.
Hace innumerables eras, las doctrinas básicas de la aritmética brotaron de la mente humana; y desde
entonces, el dogma de que tres y dos son cinco ha ejercido ilimitado dominio. Todos compartimos la
misma doctrina; y no es necesario estudiar su evolución histórica para comprenderla.
Ahora bien: no tenemos ni idea de lo que, en el ámbito de la doctrina, implica la religión. No hay una
definición general de religión en la que podamos estar de acuerdo, ni una forma de distinguir la
religión “buena” de la “mala”; no hay consenso en cuanto a qué puede ser una creencia religiosa
válida; ni siquiera en lo que queremos decir al hablar de verdad religiosa. Por todo esto, necesitamos
demostrar si discutir sus principios generales es de valor, dado que la religión ha sido un factor
incuestionable de la historia humana.
Hay todavía otra diferencia. En lo que toca a las verdades generales, lo que suele estar en disputa es
dudoso; y, en igualdad de condiciones, lo dudoso es relativamente intrascendente. Nos guardamos
de orientar nuestras acciones bajo principios inciertos. Si no sabemos cuánto es 69 por 67,
aplazamos cualquier acción hasta haberlo averiguado. Podemos dejar de lado este pequeño enigma
aritmético hasta darle respuesta; y podemos responderlo sin mayor dificultad más allá de toda duda.
Pero no hay igualdad de condiciones entre religión y aritmética. Se usa la aritmética mientras que se
es religioso. En la medida en que la naturaleza de uno incluye una multitud de elementos, incluye
también la aritmética; pero como condición necesaria, no como agencia transformadora. Nadie puede
“justificar” sus creencias en la tabla de multiplicar; mas de un modo u otro, la justificación es la base
de toda religión. El carácter crece de acuerdo con la fe. Esta es la verdad religiosa fundamental de la
que nadie puede escapar. La religión es la fuerza de la creencia que purifica interiormente al
creyente. Y, por consiguiente, la virtud religiosa fundamental es la sinceridad, la más penetrante
sinceridad.
Así pues, podemos definir la religión, en su aspecto doctrinario, como un sistema de verdades
generales que, si se abrigan sinceramente y se aferran con valor, transforman profundamente el
carácter.