Respuestas
Respuesta:Torcidos, como viejos mendigos bajo sus harapos,
renqueando, tosiendo como esperpentos y maldiciendo a través del lodo,
dimos la vuelta al avizorar lo que alumbraban las luces de las bengalas
y nos retiramos hacia nuestra lejana posición, caminando afanosamente.
Los hombres marchaban dormidos. Muchos habían perdido sus botas,
pero, abrumados, avanzaban sobre sus calzados de sangre. Todos cojos, todos ciegos;
borrachos de fatiga, sordos, incluso, al silbido de las balas
que los cansados cañones calibre 5.9 disparaban detrás de nosotros.
“¡Gas, gas! ¡Rápido, muchachos!”; un momentáneo desconcierto,
tras el cual nos colocamos las toscas máscaras justo a tiempo;
alguien gritaba, tropezaba
y ardía retorciéndose, como ahogándose en cal viva…
Borroso, a través de los empañados cristales de la máscara y bajo la tenue y verde luz,
como en un mar verde le vi ahogarse...
En todas mis pesadillas, ante mi impotente mirada,
se desploma boqueando, agonizando, asfixiándose.
Es posible que en alguno de tus sofocantes sueños también puedas caminar
tras la carreta en la que le pusimos,
y mirar sus blancos ojos moviéndose
como los de un endemoniado, en su desmayado rostro;
quizá puedas escuchar junto al sonido de la metralla
el gorgoteo de la sangre saliendo de sus destrozados pulmones:
repugnante imagen, como el cáncer; nauseabunda, como el vómito.
Si vieras las horrorosas e incurables llagas en las inocentes lenguas,
amigo mío, no volverías a decir con ese alto idealismo,
a los ardientes jóvenes sedientos de gloria,
la vieja mentira: “Dulce et decorum est pro patria mori.”
Explicación:
espero y te sirva