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Respuesta:
Las bacterias y los virus han sido, y en algunos
casos continúan siendo, un azote para la humanidad.
Sin embargo, desde hace años estamos familiarizados
con los términos “antibiótico” y “antiviral”, y con la
utilización de algunas de las moléculas de estas
familias para combatir las enfermedades producidas
por bacterias y por virus. Nuestro organismo debe convivir con las bacterias y los virus y, en el caso de una
agresión, protegernos con nuestras defensas naturales,
como la piel que supone una barrera para estos agentes
invasores, o en otras líneas de defensa con nuestro
sistema inmunológico. En el caso de que nuestras
defensas no pueden paliar la infección, diversas terapias nos ayudan a ello.
Los microorganismos son agentes etiológicos de
numerosas enfermedades; al inicio del siglo XX las
enfermedades infecciosas eran una de las causas de
muerte más frecuentes y, aunque se ha conseguido un
control sobre muchas de ellas con la consiguiente disminución de la mortalidad, aún hoy constituyen una de
las principales causas de muerte en países subdesarrollados. Así, el número de personas que mueren por
enfermedades microbianas tan extendidas como la
malaria, la tuberculosis, el cólera, la gripe, la neumonía, la gastroenteritis, etc., es elevado. Además, los
microorganismos todavía constituyen una amenaza
grave para enfermos cuyo sistema inmunológico se ha
dañado, por las complicaciones resultantes de infecciones oportunistas, o cuando se produce una infección
por un patógeno con resistencia múltiple. Todo ello
hace que el control de enfermedades infecciosas sea un
tema de actualidad, habiéndose alcanzado éxitos tan
importantes para la Medicina como la erradicación de
la viruela. Con el paso del tiempo varias de las enfermedades causadas por microorganismos patógenos se
han ido controlando gracias a los conocimientos sobre
las estructuras celulares y acerca de las bases moleculares de la replicación, transcripción y traducción en
células procariotas y eucariotas. Todo ello, en último
término, ha posibilitado el desarrollo de los agentes
antimicrobianos.
Cabe resaltar que, aunque ciertos microorganismos
son los agentes etiológicos responsables de algunas
enfermedades, la mayor parte de ellos no son perjudiciales para el hombre. El hombre convive con los
microorganismos y se beneficia de ellos. El beneficio
de los microorganismos se extiende a numerosos
aspectos de la actividad humana. Afectan no solo a la
salud humana y su bienestar, sino también participan o
desarrollan procesos valiosos para la sociedad en agricultura, alimentación, energía y medio ambiente,
biotecnología, etc. Algunas aplicaciones de los
microorganismos, actualmente aún bajo estudio,
parecen prometedoras. Ciertas bacterias producen
antibióticos, como la actinobacteria Streptomyces
griseus productora de la estreptomicina, otras participan en la elaboración de la mayoría de quesos,
como las bacterias Lactococcus, Lactobacillus o
Streptococcus, o la en producción del yogur, donde se
utiliza Lactobacillus acidophilus. Si se considera el
microambiente diverso del tracto intestinal, se ha
descrito que la comunidad microbiana la constituyen
alrededor de 500 especies de bacterias [1]. Entre éstas
están los probióticos o microorganismos vivos beneficiosos para el hombre y, aunque se requieren todavía
numerosos estudios para poder establecer con firmeza
la bondad de los microorganismos probióticos para la
salud, hay evidencias de que pueden prevenir enfermedades como la diarrea asociada a los antibióticos, el
síndrome de intestino irritable y la enfermedad inflamatoria intestinal [2]. Un ejemplo es el Lactobacillus
acidophilus que, además de producir ácido fólico y
vitamina B6, degrada nutrientes que otros microorganismos necesitan: produce ácido láctico, peróxido de
hidrógeno y otros subproductos que generan un medio
hostil para otros organismos indeseables. Otro caso
remarcable es la bacteria Escherichia coli (E.coli), que
ha sido y es utilizada como modelo y material
biológico en diversas áreas de investigación (entre
otras Genética, Biología Molecular, Bioquímica y
Biotecnología). Se encuentra en el intestino de los animales y, tanto ella como otras bacterias, actúan como
comensales formando parte de la flora intestinal; estas
bacterias son necesarias para el funcionamiento
correcto de la digestión y ayudan a la absorción de
nutrientes.
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