Respuestas
Respuesta:
En el territorio de los estudios políticos existen asuntos que se miran como
insulsos, insignificantes o, en el mejor de los casos, secundarios en comparación
con otros asuntos más gruesos. Ello no es malo en sí mismo, pues sólo responde a
la dinámica de la disciplina que debe, desde su desarrollo epistemológico,
privilegiar los objetos de estudio que históricamente le son sensibles. De hecho, la
ciencia política, la filosofía política, la sociología política, por ejemplo, han
dedicado sus esfuerzos, principalmente, al estudio de asuntos grandemente
problemáticos y visibles como los asociados directamente con los problemas del
uso y transformaciones del poder, la conformación del “orden” político, la
elucidación de la participación política de las personas, los cambios, crisis,
mutaciones y retos de los sistemas y los regímenes políticos, entre otras cosas.
Esto, obviamente, invisibiliza no pocos fenómenos que, mirados con atención,
pueden también resultar ricas vetas para los estudios políticos. Este es el caso,
precisamente, de la lectura que, abandonada en su redil pedagógico tradicional,
poco o nada dice a los estudios políticos, pero que observada más allá, es decir,
como una práctica del orden cultural y social a través de la cual se concretan unos
ciertos fenómenos políticos, tendríamos que relacionarla, inevitablemente, con
discursos cada vez más amplios como los de la formación ciudadana, la
socialización política y la cultura política, entre otros.
Explicación:
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