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Respuesta:
En primer lugar, porque debido al bloqueo aún persiste la prohibición de que empresas norteamericanas inviertan o comercien con Cuba. Las escasas autorizaciones recientemente adoptadas, están viciadas de procedimientos y limitantes que impiden que puedan ejecutarse de manera normal, como ocurre en otros países. A lo que se suma la incertidumbre que genera la estabilidad de esta política, en medio de la polarización y disfuncionalidad existente en el cuerpo político norteamericano.
En segundo lugar, porque el mercado cubano tampoco es “normal” para la práctica acostumbrada de las empresas norteamericanas en el mundo. El gobierno norteamericano no está en la posición de imponer preferencias y condiciones, como ocurre en otras partes, sino que tendrá que consensuar sus intereses con los del país y funcionar en condiciones de igualdad con sus competidores.