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Ese mismo día, su hija llegó a él llorando: "¡¡no puedo atarme la zapatilla, es muy difícil, buaa!!! ¡nunca podré hacerlo!". Su padre le animó: "ya verás cómo sí; es muy fácil, sólo tienes que esforzarte y practicar un poco". Y al decir estas palabras, se dio cuenta de que él había sido el primero en abandonar algo aquel día... Así que aquella noche inventó un cuento para sus hijos, aunque no salió muy bien. La noche siguiente lo intentó de nuevo, y fue algo mejor. Al cabo de unos días, tras practicar y seguir aprendiendo, resultó que sus cuentos eran estupendos, y se habían convertido en el mejor momento del día junto a sus hijos¿Te suena de algo este cuento? Ahora es el mío pero podría ser el tuyo en unos días... sigue leyendo y te contaré cómo. Pocos son los que tienen tiempo para poder buscar un cuento nuevo cada día para poder contar a sus hijos. La única solución rápida sería inventarlo sobre la marcha, pero la gran mayoría de padres no se consideran lo suficientemente creativos como para inventar un nuevo cuento cada día. Sin embargo, es mucho más fácil de lo que parece, y aquí os presento una pequeña guía con los pasos a seguir para crear cuentos nuevos cada día.
La mayoría de cuentos, precisamente por ser para niños, son una historia con una estructura muy simple: aunque los personajes y la ambientación varían totalmente, casi todos los cuentos son parecidos. Esto es especialmente cierto para aquellos cuentos que tienen algún tipo de moraleja: la historia siempre trata de algún problema o dificultad que...
Se crea por no tener en cuenta el valor que se muestra en la moraleja final.
Lo primero que hago es decidir lo que quiero transmitir con el cuento, la moraleja. Empiezo por ahí porque de todos esos elementos, éste es sin duda el que más me importa cuando les cuento un cuento a mis hijos. Normalmente trato de que tenga algo que ver con algo que haya transcurrido durante el día, algo que hayan hecho bien o mal, y que aún tengan fresco en la memoria, para que les cueste menos asociarlo con el cuento. Es muy útil empezar con la moraleja, porque te ayuda a situar el resto de la historia y la pone al servicio de lo que quieres transmitir.
Normalmente, empiezo a pensar en qué quiero enseñarles ese día cuando queda poco para que se vayan a la cama, (cuando estamos acabando de cenar o lavándonos los dientes),
Una vez que están acostados y ya tengo claro qué contará el cuento, lo siguiente es elegir los personajes entre todos. Normalmente, cada uno de ellos elige un personaje, y yo me reservo elegir el último. Aunque parezca difícil, en cuanto uno tiene una idea de qué tipo de dificultad va a tener el cuento, la elección de los personajes da pie a algunos argumentos muy fáciles de ajustar a lo que queremos contar, y es en ese momento cuando yo elijo el personaje que mejor se ajuste a la historia que empieza a dibujarse.
En el caso del cuento del tigre, ellos eligieron como animales un elefante y un abejorro: como quería hablar de limitaciones, me lo pusieron muy fácil: uno gordo y lento, y otro pequeño e insignificante, así que el argumento surgió naturalmente: si escojo un animal que se ría de ellos, me será fácil demostrar que esas limitaciones pueden ser una ventaja en ciertas situaciones. Así que escogí al tigre, al que ya podía presentar como un animal rápido fuerte y listo que tenía la fea costumbre de reírse de todos, incluídos el elefante, al que llamaba gordo y lento, y el abejorro, al que llamaba chiquitajo y flojo.
A continuación toca presentar el problema o dificultad, y como se puede ver, los propios personajes contribuyen a ello, ya que será algo que pueda ser resuelto con ayuda de aquello que pretendemos enseñar.
En el caso del cuento del tigre, ¿cómo demostrar que lo que algunos ven como malo puede resultar útil? Con un elefante y un abejorro de por medio, está claro que es el tamaño, así que busqué una situación en la que los tamaños extremos pudieran ayudar: en ese momento se me ocurrió que todos los animales podrían quedar atrapados en una cueva tras el derrumbamiento de la entrada; todos menos el elefante, que sería el único que con su tamaño y su fuerza pudiera sacarlos. Y para que el elefante pudiera sacarlos, el abejorro sería el único que podría escapar por entre las piedras para avisarle.
Finalmente, hay que hacer énfasis en la moraleja de la historia. En cuanto tengo más o menos claro cómo va a ir el cuento -y hacer los pasos anteriores no lleva más de un par de minutos-, empiezo a contarlo, aprovechando para hacer hincapié en los valores que quiero transmitir, y para ello utilizo cualquier parte del cuento que me venga más o menos bien. Y acabo recalcando la ensañanza de ese cuento, y siempre de forma positiva. En el caso del tigre,