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El valor de la democracia en las escuelas radica en que ésta no sea solamente un ideario, sino que éste
conduzca el quehacer cotidiano de las distintas prácticas que se desarrollan en los centros educativos, es
decir, que la cultura escolar sea una cultura democrática, la cual se construya por medio del consenso, la
transparencia y la participación. Entendiendo por democracia la "asociación general de los hombres que
poseen colegiadamente el supremo derecho a lodo lo que puede (la sociedad)" (a todo lo que pueda los
centros escolares) (Spinoza, 1986: 338), destacando la idea de que todas las personas tienen una
potencia, por tanto un poder hacer, capacidad para actuar, incidir y afectar. En este sentido democracia y
libertad van de la mano, "libertad significa la capacidad de influir en las decisiones que permiten poco a
poco reducir las desigualdades sociales de participación entre las clases sociales que, a su vez, permitirán
combatir las verdaderas desigualdades sociales
Esta democracia participativa y dialógica no ha sido y no es la que se practica ni caracteriza las acciones
de las escuelas. Éstas están organizadas en torno a una democracia representativa, la cual no ha
proporcionado un nivel igual de representación de los distintos colectivos de la comunidad educativa; no
ha buscado formas de participación igualitaria que permitan decisiones públicas y compartidas; las
decisiones que toman conjuntamente los distintos estamentos de la comunidad, básicamente en las que
participan familias y alumnado, no afectan al día a día de lo que acontece en las aulas; los contenidos y
la forma de tratarlos vienen decididos en buena medida por las empresas editoriales, lo cual resta
autonomía al profesorado a la vez que reproducen el sexismo, clasismo, racismo, etc., como ponen de
manifiesto numerosos estudios (Blanco, 1999; Carbonell, 2001; Garreta, 1984; Torres, 2000; etc.). Estos
aspectos han suscitado numerosas críticas al modelo de educación hegemónico, ya que dicho modelo
está más preocupado por los resultados que por los procesos, cuyo objetivo prioritario es la integración
en el mundo laboral capitalista y competitivo, al margen de las necesidades e intereses de las personas,
ya que éstos son prefabricados en el sistema educativo, reproduciendo y manteniendo, y por tanto
legitimando, las distintas fuentes de desigualdad social. Desigualdad que viene siendo explicada como
falta de esfuerzo, de motivación o cuestión de preferencias, es decir, argumentos que responsabilizan al
sujeto para evitar así la responsabilidad social.