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Respuesta:
A. “Yo me olía y no sentía nada. Pero pensaba en lo que había dicho la señorita gringa de mi olor y me ardía la cara. Asín que más luego fui al baño, que estaba lleno de frascos, y me puse uno para oler como la señorita.”
B. “La señorita María se fue antes de que naciera la ‘wawa’. Cuando subió a despedirse a la casa, lloré bastante porque le tenía mucho aprecio a la señorita, que es lo que pasa con los gringos, que vienen y se van...”
C. “Los primeros días en La Paz no estuvieron mal, después de todo Padre no tenía que trabajar todavía. Dábamos paseos por la ciudad. Comíamos huevos a la boliviana. Veíamos el belén.”
D. “Ya no estaba enferma: estaba sentada y la habitación permanecía quieta. Tijeras me miraba a la luz de una vela con cara mitad tierna, mitad guasona. De pronto todo estaba bien...”
E. “Yo nací en un pueblo del Altiplano –dijo mientras pelaba una patata-. De muy chiquita me enviaban ya al campo a pastear las ovejas y las llamas. Como de cinco o seis años sería.”
F. “Formidable. Padre y yo viajando por el Altiplano. Bueno. Y Eliana, la médica. Que viniera Eliana estropeaba un poco las cosas. Y que ocupara el asiento del copiloto, y que se riera muy fuerte...”
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