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Las dificultades que el estudio del conocimiento ha arrojado a lo largo de la historia se deben a la posible y distinta perspectiva que se adquiere de la teoría del conocimiento según que se considere prioritariamente de modo subjetivo, de quien conoce, o de modo objetivo, lo que se conoce. Ambas perspectivas son necesarias para que haya conocimiento, sujeto y objeto, ya que nada podría ser conocido si no existiera un ser con capacidad de conocer, y nada podría ser conocido si no existiera una realidad con objetos posibles de comunicarse como seres cognoscibles.
La metafísica del ser y las filosofías idealistas han priorizado una u otra perspectiva de la entidad del conocimiento adoleciendo de dar una respuesta formalmente coherente de la múltiple implicación del sujeto y el objeto para posibilitar el conocimiento, muy especialmente cuando han de versar sobre el conocimiento intelectual, ya que el conocimiento sensible responde a un proceso más simple y por tanto más accesible a definir. El conocimiento intelectual ofrece la particularidad de que conoce que conoce, y por ello el propio acto de conocimiento se manifiesta como sujeto y como objeto.
Un punto de inflexión en el desarrollo de la filosofía sobre el conocimiento humano se puede admitir en el racionalismo de Descartes cuando categoriza la existencia en función del sujeto pensante que la percibe. Desde ese momento intelectual el sujeto del conocimiento, quien piensa, trasciende su subjetividad para configurarse al mismo tiempo como objeto del conocimiento, el que existe.
La metafísica del ser y las filosofías idealistas han priorizado una u otra perspectiva de la entidad del conocimiento adoleciendo de dar una respuesta formalmente coherente de la múltiple implicación del sujeto y el objeto para posibilitar el conocimiento, muy especialmente cuando han de versar sobre el conocimiento intelectual, ya que el conocimiento sensible responde a un proceso más simple y por tanto más accesible a definir. El conocimiento intelectual ofrece la particularidad de que conoce que conoce, y por ello el propio acto de conocimiento se manifiesta como sujeto y como objeto.
Un punto de inflexión en el desarrollo de la filosofía sobre el conocimiento humano se puede admitir en el racionalismo de Descartes cuando categoriza la existencia en función del sujeto pensante que la percibe. Desde ese momento intelectual el sujeto del conocimiento, quien piensa, trasciende su subjetividad para configurarse al mismo tiempo como objeto del conocimiento, el que existe.
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