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Respuesta:
Explicación:
ersidad de Toronto en el otoño de 1971 bajo los auspicios del
Departamento de literatura comparada. Debo expresar mi agradecimiento al profesor Cyrus Hamlin, mi anfitrión en Toronto.
Estas investigaciones han seguido avanzando a base de cursos
dados en diferentes universidades: Lovaina, París-X, en el marco
de mi Seminario de investigaciones fenomenológicas y, por último, Chicago, en la cátedra de John Nuveen.
Cada uno de estos estudios desarrolla un punto de vista determinado y forma un tratado completo. Al mismo tiempo, cada
estudio es el segmento de un único itinerario que comienza en
la retórica clásica, atraviesa la semiótica y la semántica y termina en la hermenéutica. El paso de una dis~iplina a otra sigue
el de las entidades lingüísticas correspondientes: la palabra, la
frase y el discurso.
La retórica de la metáfora considera la palabra como unidad
de referencia. Por ese hecho, lá metáfora se clasifica entre las
figuras de discurso que consta de una sola palabra y se define
como tropo por semejanza; en cuanto figura, consiste en un desplazamiento y en una ampliación del sentido de las palabras; su
explicación se basa en una teoría de la sustitución.
A este primer nivel corresponden los dos estudios iniciales.
El primero -«Entre retórica y poética»- está consagrado
a Aristóteles. La definición aristotélica de la metáfora, que afectará a toda la historia posterior del pensamiento occidental, se
basa en una semántica que toma la palabra o el nombre como
unidad de base. Además, su análisis se sitúa en el cruce de dos
disciplinas -la retórica y la poética- que tienen fines distintos:
la «persuasión» en el discurso oral y la mimesis de las acciones
humanas en la poesía trágica. El sentido de semejante distinción
queda sin resolverse hasta el séptimo estudio, en que se define
la función heurística del discurso poético.
El segundo estudio -«El declive de la retórica»- está consagrado a las últimas obras de retórica en Europa, sobre todo en
Francia. La base de discusión es el libro de Pierre Fontanier,
Les Figures du discours. La demostración recae sobre dos puntos
principales. En primer lugar, se quiere mostrar que la retórica
culmina en la clasificación y la taxonomía, en la medida en que
se concentra sobre las figuras de desviación -o tropos-, en las
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que la significación de una palabra queda desplazada con respecto
a su uso codificado. Por otra parte, se quiere señalar que, si
bien la visión taxonómica funciona en una consideración estática
de las figuras, fracasa cuando intenta explicar la producción de
la significación, cuya desviación a nivel de la palabra es sólo un
efecto de esa producción.
El punto de vista semántico y el retórico sólo comIenzan a
diferenciarse cuando la metáfora se sitúa de nuevo en el marco
de la frase y se trata como un caso no de denominación desviante} sino de predicación nO' pertinente.
A este segundo nivel de consideración pertenecen los tres estudios siguientes:
El tercero -«La metáfora y la semántica del discurso>>-
representa el momento decisivo del análisis. Por consiguiente,
podemos considerarlo como el estudio clave. Sitúa provisionalmente la teoría de la metáfora-enunciado y la de la metáforapalabra en una relación de oposición irreductible. La alternativa
viene preparada por la distinción, tomada de Emile Benveniste,
entre una semántica, en que la frase es portadora de la mínima
significación completa, y una semiótica para la que la palabra es
un signo dentro del código lexical. Esta distinción entre semántica y semiótica se pone en paralelo con la oposición entre una
teoría de la tensión y una teoría de la sustitución; la primera se
aplica a la producción de la metáfora en el seno de la frase tomada como un todo; la segunda concierne al efecto de sentido
a nivel de palabra aislada. En este contexto se discuten las importantes contribuciones de los autores de lengua inglesa I. A. Richards, Max BllÍck y Monroe Beardsley. Por una parte, se intenta
demostrar que los puntos de vista aparentemente inconexos representados por cada uno de ellos (<<filosofía de la retórica»,
«gramática lógica», «estética») pueden colocarse bajo el signo de
la semántica de la frase introducida al comienzo del estudio. PO!
otra parte, se pretende delimitar el problema que estos autores
dejan en suspenso: el de la creación de sentido, cuyo mejor exponente es la metáfora de invención. Los estudios sexto y séptimo arrancan de este problema de la innovación semántica.
Relacionados con las conclusiones del tercer estudio, el cuarto
y el quinto pueden parecer un retroceso. Pero su objetivo esencial es integrar la semántica de la palabra, que podría parecer eliminada por el estudio anterior, en la semántica de la frase. En
efecto, la definición de la metáfora como trasposició