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Cuentan los viejos que un tremendo diluvio inundó la tierra, de manera que no quedaron más que dos sobrevivientes: dos hermanos varones que alcanzaron a subir a la cumbre de una montaña y guarecerse en una cueva que estaba en lo más alto.
Día y noche continuaban las lluvias, pero no alcanzaban la cumbre, porque las montañas se elevaban sobre el nivel de las aguas. Las estrellas titilaban en la oscura y profunda bóveda… las enormes montañas parecían viajar en la inmensidad de la noche. En su cabaña, Ataotupagui y Cusicayo, los dos jóvenes y fuertes hermanos descansaban al fin junto al fogón que parecía ser, visto desde lejos, un puntito sin el universo.
Con las primeras gotas que cayeron al amanecer…. Hacia frio y el cielo se había cubierto de nubes algodonosas y oscuras…… todas querían estar allí, justo allí, coronando las montañas, al punto que parecían desplomarse sobre la tierra. Y llovió sin cesar.
Al fin, después de muchos días, dejo de llover y un hermoso arcoíris apareció en el cielo. Los dos hermanos se encontraron solos en un mundo totalmente despoblado y silencioso. Tenían mucha hambre, pero no había nada para comer.
Después de mucho caminar, regresaron a la cueva. Al entrar sus ojos se deslumbraron al encontrar deliciosos manjares servidos encima de una piedra. Disfrutaron de la comida y, recién cuando terminaron, se preguntaron, quien sería el amable que les atendía de esa manera. Varios días ocurrió lo mismo, los hermanos ya no podían mas con la curiosidad de saber quién les traía tan ricos alimentos. Un día decidieron esconderse y esperar a ver quién era su bondadoso benefactor, asombrados descubrieron que dos hermosísimas guacamayas, aves de vistosos colores, con rostro de mujer, traían en sus alas los alimentos y preparaban la mesa.
Los hermanos atraparon a las guacamayas, las cuales se convirtieron en dos hermosas mujeres que aceptaron casarse con ellos, estas dos parejas sobrevivientes del diluvio, repoblaron la tierra de los Cañarís. Desde entonces, las guacamayas son aves sagradas para los indígenas.
El Huacayñan o Abuga “se conoce que era un cerro sagrado para la cultura cañarí y que de este monte conocido como, el Guacayñan, Camino del Llanto, que se elevó como barca sobre las aguas en el diluvio Universal y luego fue en él donde se refugiaron los dos hermanos cañarís que se salvaron de la muerte, gracias a la intervención de las guacamayas, aves totémicas de la cultura Cañarí.”, del Fasaiñan y del Huahuashumi. Los animales que allí habitaban eran arrastrados por el agua y las libélulas se cobijaban bajo las grandes hojas de los cedros, en la espera del sol…
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