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Respuesta:
Como el propósito es que la solapa hable bien del autor, y por ende del libro, lo más apropiado es que no sea el propio autor quien la escriba. Sin embargo, las editoriales suelen pedir al autor ese “favor”. Se plantea el desafío: ¿qué decir, qué no decir? El pudor lo puede llevar a quedarse corto: “Fulano nació en tal año en tal lugar. Esta es su primera novela”. Es probable que el lector desee tener algún otro dato, saber algo más. El problema contrario, por supuesto, es mucho más frecuente. Como escribió Care Santos: a menudo, “los autores [s]e despepitan escribiendo sobre sí mismos, de modo que luego salen las cosas que salen, y así tenemos las biografías de solapa convertidas en uno de los textos literarios más despiporrantes y absurdos del actual panorama literario”.
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