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BLOQUE COMUNISTA
En el marco de la Guerra Fría el bloque comunista es el que agrupa a los países con regímenes próximos a la Unión Soviética. El bloque comunista es bastante homogéneo, puesto que está dominado por la URSS, que ejerce la dirección ideológica y política, pero tiene algunas diferencias internas. Se caracteriza por una importante unidad ideológica, ya que todos ellos son marxistas-leninistas y tiene un proyecto de futuro que incluye la expansión fuera del bloque. En 1945, la Unión Soviética es la guía indiscutible del bloque. Pero a partir del XX congreso del PCUS, donde Jruschev condena el estalinismo, se empiezan a demostrar las disensiones.
El núcleo original del bloque es Rusia, a la que se suman, tras 1945, las democracias populares que se van instaurando en su área de influencia. En 1948 la Yugoslavia de Tito, que había hecho su propia revolución, demuestra sus disidencias. La URSS impide la construcción de una gran república balcánica y el desarrollo de una federación en la zona. El comunismo que se practica en Yugoslavia es más pragmático y democrático, se ejerce la autogestión obrera, y hay una importante descentralización administrativa. En Yugoslavia no hay una burocracia tan desarrollada como en el resto de los países. Como consecuencia de esta disensión, Yugoslavia queda aislada dentro del bloque comunista.
BLOQUE CAPITALISTA
El bloque capitalista está formado por un amplio grupo de países provenientes de Europa Occidental, América, Australia y Japón. Militarmente, estaban agrupados en la OTAN y, por lo general, económicamente apostaban por el libremercado y la propiedad privada. En lo político, creían en el sufragio universal, la diversidad de partidos y la existencia de una Constitución y, en lo referente a lo social, aceptaban la desigualdad que nacía de la diferencia de riquezas. También hay que aclarar que existirán variaciones según la zona en la que nos encontremos, por lo que quizás sea conveniente detenernos un poco en ellas.
Estados Unidos
Asume el papel de líder de este bloque por varias razones:
Su prestigio tras la Segunda Guerra Mundial era enorme, ya que su participación había sido decisiva para acabar con la Alemania de Hitler y había tenido un papel protagonista a la hora de ordenar el mundo postfascista en las conferencias tripartitas.
El hecho de que entrara tarde en el conflicto y que la Guerra no se hubiera desarrollado en su territorio le otorgaba una capacidad económica con la que no podían contar las maltrechas potencias europeas.
Tras la caída de los fascismos en Europa, se impusieron por todo el continente regímenes parlamentarios a la imagen y semejanza del modelo norteamericano.
Hablaremos más de EE. UU. a lo largo del tema, pero no olvides que su sistema político estaba basado en el bipartidismo, es decir, en la existencia de dos partidos mayoritarios: el republicano, más conservador; y el demócrata, más progresista. En este esquema puedes observar las preocupaciones sociales de los presidentes americanos de esta época dependiendo del partido al que pertenecían.