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Respuesta:En México no había más partido político que el PRI. Los demás eran bien sus sombras o, en el caso del PAN, una oposición heroica que perdía siempre y dondequiera, sostenían con esfuerzo las cuotas de sus militantes y no parecía crecer ni, mucho menos, que fuera a ganar algo importante jamás. El Partido Comunista no tenía existencia legal y tampoco mucha existencia real, pues su mayor fuerza estaba en algunas escuelas de la UNAM y del IPN. Eran sus tiempos de “soledad de perro”, como definiría José Revueltas una noche de entusiasmo y copas durante los mejores momentos del 68.
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En México no había más partido político que el PRI. Los demás eran bien sus sombras o, en el caso del PAN, una oposición heroica que perdía siempre y dondequiera, sostenían con esfuerzo las cuotas de sus militantes y no parecía crecer ni, mucho menos, que fuera a ganar algo importante jamás. El Partido Comunista no tenía existencia legal y tampoco mucha existencia real, pues su mayor fuerza estaba en algunas escuelas de la UNAM y del IPN. Eran sus tiempos de “soledad de perro”, como definiría José Revueltas una noche de entusiasmo y copas durante los mejores momentos del 68.
Para hacer la finta de que había opciones políticas entre las cuales elegir, el PRI había creado y sostenía económicamente algunos partidos incondicionales que, llegado el tiempo de presentar candidatos a la Presidencia, nombraban con alborozo y júbilo… al mismo candidato del PRI: eran principalmente el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) y el Partido Popular Socialista (PPS), propiedad de Vicente Lombardo Toledano, un líder surgido cincuenta años antes del 68 y de quien mi papá contaba un chiste al parecer común en su generación: que tenía un centenar de trajes, todos finísimos, todos grises… todos idénticos. Así era siempre el del mismo trajecito gris.
Para hacer la finta de que había opciones políticas entre las cuales elegir, el PRI había creado y sostenía económicamente algunos partidos incondicionales que, llegado el tiempo de presentar candidatos a la Presidencia, nombraban con alborozo y júbilo… al mismo candidato del PRI: eran principalmente el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) y el Partido Popular Socialista (PPS), propiedad de Vicente Lombardo Toledano, un líder surgido cincuenta años antes del 68 y de quien mi papá contaba un chiste al parecer común en su generación: que tenía un centenar de trajes, todos finísimos, todos grises… todos idénticos. Así era siempre el del mismo trajecito gris.
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