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CERO DISCRIMINACIÓN
CONTRA LAS MUJERES Y LAS NIÑAS
En el Día de la Cero Discriminación que celebramos este año, ONUSIDA se plantea como
reto poner fin a la discriminación a la que se enfrentan las mujeres y las niñas en toda su
diversidad. Con el propósito de concienciar y llamar a la acción para promover la igualdad y
el empoderamiento de mujeres y niñas.
Si bien algunos países han avanzado mucho en su camino hacia una mayor igualdad
de género, la discriminación contra las mujeres y las niñas sigue existiendo en todos
los rincones del mundo. Entrecruzada con otras formas de discriminación basadas, por
ejemplo, en los ingresos, la raza, la etnia, la discapacidad, la orientación sexual o la
identidad de género, las violaciones de estos derechos afectan desproporcionadamente
a las mujeres y las niñas. En última instancia, la desigualdad de género mina la salud y el
bienestar de todo el mundo. En muchos países siguen en vigor leyes que discriminan a las
mujeres y a las niñas, mientras la legislación para reconocer los derechos básicos de las
mujeres y protegerlas del daño y el tratamiento desigual está lejos de convertirse en norma.
En todo el mundo son muchos los países que mantienen la legislación y las prácticas
coercitivas que contradicen las premisas fundamentales de los derechos humanos.
Algunas de estas leyes limitan los derechos y la salud sexual y reproductiva de las mujeres.
Otras leyes las criminalizan por la identidad de género o la orientación sexual, por
vender servicios sexuales, por consumir drogas o por transmitir el VIH. Eliminar las leyes
discriminatorias es un pilar básico para construir una sociedad igualitaria.
La discriminación contra las mujeres y las niñas en los sistemas educativos y en los mercados
laborales crea inseguridad económica y social, así como socava su representatividad y
bienestar. Las mujeres están representadas de forma desproporcionada en los sectores
informales y no regulados de la economía, en los que hay poca o ninguna protección
legal. Todas estas desigualdades se ven intensificadas por la carga del cuidado y el trabajo
doméstico no remunerado, por los derechos de propiedad y herencia desiguales, y por la
limitada autonomía financiera que constituye las vidas de las mujeres y las niñas de todo
el mundo. En caso de emergencias o desastres naturales relacionados con el clima, las
mujeres y las niñas se enfrentan a un mayor riesgo de migración, exposición a la violencia
sexual o de género, y a enfermedades.