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La Región Amazónica ocupa toda el área centro-oriental de la América del Sur, al Este de la Cordillera de los Andes, y desde la Meseta de las Guyanas al Norte hasta la Meseta Brasileña al Sur. Su altitud varía de los 4.000 metros en la Cordillera Occidental hasta el nivel del mar. Tiene más de 7,8 millones de km2 y representa el 44% del territorio sudamericano, abarcando áreas de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Suriname y Venezuela. Se estima que la población total en la Amazonía es de 22 millones de habitantes (1992), la que incluye numerosas tribus indígenas.
La enorme riqueza de la Amazonía, ha permitido la subsistencia y el desarrollo de formas de vida únicas. Sus ecosistemas se caracterizan por una gran biodiversidad y albergan más de 30.000 especies vegetales; cerca de 2.000 especies de peces, 60 especies de reptiles, 35 familias de mamíferos y, aproximadamente 1.800 especies de aves. Más del 16% de toda el agua dulce del mundo se escurre en la Cuenca Amazónica, con un promedio superior a los 175.000 m3/s. Se caracteriza por altas precipitaciones y, en su mayoría está ocupada por bosque húmedo tropical. Los bosques amazónicos representan algo más del 56% del total mundial de bosques latifoliados. Aproximadamente el 3% del área de la región, o sea cerca de 22 millones de ha. (220.000 km2), ha sido declarada por los gobiernos de los países amazónicos como parques nacionales y áreas protegidas.
La Amazonía no puede ser considerada únicamente como una reserva de biodiversidad, sino también como una importante fuente de recursos para el desarrollo. Contiene una de las mayores reservas conocidas de bauxita (cerca del 15% del total mundial), y es una de los mayores proveedores de hierro y acero a los mercados mundiales. La madera y los productos derivados, oro y estaño, son otros productos con creciente demanda para exportación. El manejo adecuado de los recursos naturales de la Amazonía es de primordial importancia para los países de la región y para el mundo entero.
Los países amazónicos suscribieron en 1978 el Tratado de Cooperación Amazónica, mediante el cual se comprometieron a realizar esfuerzos y acciones conjuntas para promover el desarrollo, la preservación ambiental y utilización racional de los recursos naturales de la región. Esta actitud se tradujo también en la gradual incorporación de objetivos de manejo ambiental y de desarrollo sustentable en las estrategias de desarrollo de los países amazónicos.
Las áreas fronterizas de la Amazonía, a su vez, poseen una enorme diversidad y muchos de los potenciales y limitantes de la región amazónica como un todo. Los programas y proyectos ejecutados en estas áreas, al limitar el enfoque del estudio de una área extensa a otras menores, aún representativas del universo amazónico, facilitan una acción institucional e interdisciplinar para la realización de actividades de desarrollo. Entre los objetivos definidos por los países participantes para los estudios de cooperación fronteriza, está el de crear condiciones para el desarrollo sustentable. Al mismo tiempo posibilitar la preparación de proyectos específicos de desarrollo para esas áreas, que puedan servir de modelos para extender la planificación de desarrollo y la gestión ambiental a otras áreas amazónicas.