Respuestas
Respuesta:
Una pareja de ancianos va a un restaurante de comida rápida, donde con cuidado divide en dos la hamburguesa y las papas fritas. Un camionero siente pena por ellos y se ofrece a comprarle a la esposa su propia comida.
—No se preocupe —dice el anciano—, nosotros compartimos todo.
Unos minutos después, el camionero se da cuenta de que la esposa no ha probado bocado.
—De verdad no me importa comprarle su propia comida —insiste.
—No se preocupe, ella comerá su parte —le asegura el anciano—. Lo compartimos todo.
Poco convencido, el camionero le pregunta a la esposa:
—¿Por qué no come?
—¡Porque estoy esperando a que mi esposo me preste la dentadura!
En una feria, un hombre se topa con la tienda de campaña de una adivina. Pensando en pasar un buen rato, entra en ella y se sienta.
—Puedo ver que es padre de dos —dice la vidente, mirando su bola de cristal.
—¡Ajá! Eso es lo que usted cree
—dice el hombre con desdén—. Soy padre de tres.
—¡Ajá! —dice la adivina—. Eso es lo que usted cree.
Un oso polar entra a una taberna y le dice al cantinero:
—Dame un whisky y… una Coca.
—¿Por qué esa pausa tan larga? —le pregunta el cantinero.
—No lo sé —dice el oso—. Siempre las he tenido.
Cansada de esperar al final de la fila para entrar al Arca de Noé, una pulga brinca de animal en animal para acercarse al frente. Finalmente aterriza en el lomo de un elefante.
—¡Lo sabía! —le dice el paquidermo, irritado, a su pareja—. ¡Ya empezaron con los empujones!
Un hombre le dice a un amigo:
—Mi esposa está en una dieta de tres semanas.
—¿De verdad? ¿Cuánto ha perdido hasta ahora?
—Dos semanas.
Alguna vez, una adivina me dijo: “Haz todo lo que te diga tu jefe”. Lo repitió como si mi vida dependiera de ello. Sabio consejo, pensé, mientras trabajaba en un proyecto importante que necesitaba el aporte de mi jefe. Como si necesitara una prueba de lo buena que era la adivina, esa noche, al revisar mi horóscopo en el periódico, leí: “Haz todo lo que diga tu jefe”.
Un oficial de policía preocupado se acerca a un niño que está llorando frente a un puesto de revistas.
—¿Qué sucede? —le pregunta.
—¡Aún no sale Superman! —se lamenta el pequeño.
—No te preocupes, yo me encargo —le dice el oficial—. ¡Oye, Superman! —grita—. ¡Sal, no te haremos daño!
Al salir de la corte, un abogado se vuelve hacia su cliente, que tiene un gesto sombrío, y le dice:
—¿Por qué pones esa cara, Zoran? ¡Te declararon inocente!
—Lo sé, pero ahora realmente estoy en problemas —responde Zoran—. ¡Acabo de ofrecer mi departamento en renta por tres años!
Un pordiosero se acerca a una ancianita en la playa.
—Por favor, señora —suplica—, no he comido nada en 24 horas.
—Qué bien —dice la abuela—, así no tendrás que preocuparte por sufrir calambres si te metes a nadar.
Respuesta: -¿ Porque lloraba el libro de matematicas -porque tenia muchos problemas
Explicación paso a paso: