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Respuesta:
resumen
La democracia es ya una realidad política y electoral en América Latina. En rigor, ya no discutimos las fórmulas para restablecer un régimen de garantías políticas para los individuos y partidos o sobre
las vías para el desmantelamiento de los regímenes autoritarios; hace
tiempo que dejamos de debatir en torno a las formas que tomarían
los procesos de transición a la democracia o su restablecimiento. Al
contrario, en el centro de las preocupaciones se encuentra la deliberación sobre la calidad de los regímenes que hemos edificado, es
decir, en cómo resolver los problemas planteados por la consolidación del modelo que permite que la pluralidad real de la sociedad
pueda convivir y competir con apego a las leyes y por un cauce pacífico. Nos enfrentamos a una compleja realidad: la democracia tiene nuevos y distintos requerimientos y ello exige un esfuerzo de
comprensión y elaboración intelectual y política muy grande.
Palabras clave: Democracia, Pluralismo, Consolidación, Pobreza,
Desigualdad.
Explicación:
La democracia en América Latina se ha expandido con velocidad en los últimos tiempos. El Informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señala
al respecto: «Hace veinticinco años, de los
dieciocho países incluidos en el Informe, sólo
Colombia, Costa Rica y Venezuela eran democráticos». Hoy, sin embargo, el Informe
considera que todos los países de la Región,
considerados en el estudio, son democráticos1
. Esa constatación puede ser el piso para
evaluar el vigor de la aspiración y el movimiento democrático, pero también un buen
punto de partida para acercarse a sus debilidades.
Como indica el Informe del PNUD, la democracia es ya una realidad política y electoral
en América Latina. En rigor, ya no discutimos
las fórmulas para restablecer un régimen de
garantías políticas para los individuos y partidos o sobre las vías para el desmantelamiento
de los regímenes autoritarios; hace tiempo
que dejamos de debatir en torno a las formas que tomarían los procesos de transición
a la democracia o su restablecimiento. Al contrario, en el centro de las preocupaciones –lo
mismo en la academia que en la práctica política y en los medios–, se encuentra la deliberación sobre la calidad de los regímenes
que hemos edificado, es decir, en cómo resolver los problemas planteados por la consolidación del modelo que permite que la
pluralidad real de la sociedad pueda convivir y competir con apego a las leyes y por un
cauce pacífico. Para decirlo en breve, nos
enfrentamos a una compleja realidad: la democracia tiene nuevos y distintos requerimientos y ello exige un esfuerzo de comprensión y elaboración intelectual y política
comparable al que hizo falta para avanzar hasta aquí.
Cualquiera que se tome la molestia de comparar el funcionamiento de nuestras instituciones políticas, en América Latina, con las de
otros países democráticos o con las que teníamos hace muy pocos años, llegará a la misma
conclusión: en nuestro continente hay pluralismo, ciudadanos participativos, competencia real, elecciones creíbles, alternancia en todos los niveles, separación de poderes, lenta
revaloración del derecho y una activa fiscalización de la vida pública por parte de los medios y la sociedad civil, por citar algunos de
los rasgos más sobresalientes del cambio ocurrido. Y hay también problemas, claro está.
No estamos, pues, ante la necesidad de
crear un nuevo orden constitucional que acoja y dé sentido a los cambios alcanzados
–como sí le hacía falta, por ejemplo, a los países
corona plis