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Respuesta:1. La sinceridad es la clave. Debemos abandonar el uso que solemos hacer de un “doble lenguaje” diciendo unas cosas por delante pero otras tantas detrás de nuestro interlocutor, sin que este se entere. Me gusta esta afirmación de Bernabé Tierno: “ser sincero no consiste en decir todo lo que se piensa sino en no decir nunca lo contrario de lo que pensamos”. Además, esta comunicación debe darse en el lugar y espacio indicado.
2. No solo hablamos, también escuchamos. Generalmente cuando nos reunimos queremos hablar y que nos escuchen. Como consecuencia de esto, en ocasiones no dejamos hablar al que tenemos delante. Es fundamental mantener una actitud de escucha activa, de apertura hacia el otro. Nuestra comunicación será más fluida y mejorará. No lo olvides: comunicarse adecuadamente es una responsabilidad de dos: del que habla y del que escucha.
3. No somos poseedores de la verdad. Siempre podemos aprender algo del otro. Tenemos que evitar al máximo actitudes prepotentes de “yo lo sé todo” porque podemos y debemos aprender de los demás. Para ello debemos mostrar siempre una actitud de humildad, de estar abiertos a la oportunidad de aprender de cada experiencia. Por este motivo no podemos ir a las reuniones con la intención de imponer nuestro criterio, nuestra opinión, etc.
4. Nos equivocamos a diario. Por este motivo es fundamental que reconozcamos que nos hemos equivocado. Muchas veces por nuestra actitud de estar a la defensiva no queremos reconocerlo y llevamos el error hasta las últimas consecuencias con tal de no quedar mal ante nadie. Errar es humano y el reconocerlo es una muestra de humanidad y sinceridad. Si nosotros no lo hacemos tampoco podemos exigir a nuestro hijo que lo haga pues, ¿cómo lo educamos? Como siempre afirmo, a través del ejemplo ya que los niños hacen lo que ven.
5. No hagamos oídos sordos. Con frecuencia tanto padres como docentes, mostramos una actitud defensiva y no nos escuchamos los unos a los otros. Nuestra actitud hace demasiado ruido como para escucharnos. Nos cerramos en banda ante ciertas opiniones que muchas veces se nos dan con la mejor intención. Tenemos que aprender a escuchar y aceptar lo que se dice de nosotros. Esto es síntoma de gran madurez. En ocasiones, actuamos peor que los propios niños.
6. Aprender a ceder. Tengamos en cuenta que ceder no es igual a perder sino más bien todo lo contrario. Si lo que queremos es aprender a través del diálogo hemos de aceptar que de vez en cuando tenemos que ceder pues no podemos estar siempre imponiendo nuestra opinión, nuestro criterio. Esto genera muchas confrontaciones entre padres y docentes porque ni unos ni otros saben en qué momento deben ceder ya que lo fácil es lo que venimos haciendo hasta hoy: echarnos las culpas los unos a los otros quedando muchísimos problemas por resolver.
7. No invadas la intimidad del otro. En ocasiones padres y profesores nos inmiscuimos demasiado en la vida de nuestro interlocutor y hacemos preguntas que pueden llegar a molestar. Tenemos que aprender a respetar la intimidad del/la que tenemos delante si queremos mejorar nuestras relaciones y que estas sean mucho menos tensas.
8. No sólo es lo que decimos sino cómo lo decimos. Es importante hablar en primera persona, expresando aquello que sentimos y deseamos. De esta forma tenemos mayores probabilidades de ser escuchados. Si, por el contrario, atacamos, empezando nuestras oraciones con “tú…”, muy probablemente la otra persona sienta que la estamos atacando.
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