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-Negación: incapacidad para reconocer las diferencias culturales, por desinterés o por falta de oportunidad.
-Defensa: se reconocen las diferencias culturales, pero la cultura propia (o la que uno ha adoptado como propia) se experimenta como la buena y la otra se ve como rara, cuando no inferior.
-Minimización: se reconocen y se aceptan las diferencias, pero solo las más superficiales, en base a la creencia de que todos los seres humanos se rigen por valores universales que los uniformizan. Se trivializa lo diferente, reduciéndolo a lo exótico.
-Aceptación: se reconocen y aceptan las diferencias culturales profundas, en comportamiento y en valores. La propia cultura se experimenta como una más, junto a otras igualmente complejas. Se acepta con naturalidad lo diferente, sin que eso implique necesariamente valoración positiva.
-Adaptación: la visión cultural propia se expande para incluir e integrar otras perspectivas culturales. Se modifica sin esfuerzo el comportamiento para adaptarlo al entorno cultural, sin renunciar por ello a los valores propios. En este punto se alcanza la competencia intercultural plena.
-Integración: se acepta que la propia identidad se defina como el resultado de la integración de valores de diversas culturas. Es un estado propio de los expatriados de larga duración o de personas bi o multiculturales y puede generar también sensación de desarraigo y confusión.
El proceso de desarrollo y mejora de las habilidades interculturales requiere cierto tiempo. Pero como en todo viaje, no hay otra forma de iniciarlo que atreviéndose a dar el primer paso.
-Defensa: se reconocen las diferencias culturales, pero la cultura propia (o la que uno ha adoptado como propia) se experimenta como la buena y la otra se ve como rara, cuando no inferior.
-Minimización: se reconocen y se aceptan las diferencias, pero solo las más superficiales, en base a la creencia de que todos los seres humanos se rigen por valores universales que los uniformizan. Se trivializa lo diferente, reduciéndolo a lo exótico.
-Aceptación: se reconocen y aceptan las diferencias culturales profundas, en comportamiento y en valores. La propia cultura se experimenta como una más, junto a otras igualmente complejas. Se acepta con naturalidad lo diferente, sin que eso implique necesariamente valoración positiva.
-Adaptación: la visión cultural propia se expande para incluir e integrar otras perspectivas culturales. Se modifica sin esfuerzo el comportamiento para adaptarlo al entorno cultural, sin renunciar por ello a los valores propios. En este punto se alcanza la competencia intercultural plena.
-Integración: se acepta que la propia identidad se defina como el resultado de la integración de valores de diversas culturas. Es un estado propio de los expatriados de larga duración o de personas bi o multiculturales y puede generar también sensación de desarraigo y confusión.
El proceso de desarrollo y mejora de las habilidades interculturales requiere cierto tiempo. Pero como en todo viaje, no hay otra forma de iniciarlo que atreviéndose a dar el primer paso.
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