• Asignatura: Historia
  • Autor: yolanda171
  • hace 9 años

que se logro con la reforma electoral mexicano

Respuestas

Respuesta dada por: feryaneth1919
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El proceso de transición a la democracia en México1ha pasado, esencial-mente, por la modificación de las normas e instituciones electorales, asícomo por la modificación de los sistemas de integración de los órganosrepresentativos para permitir reflejar en ellos la creciente diversidad polí-tica que, poco a poco, fue asentándose en el país.Es cierto que ese proceso, eminentemente electoral, fue acompañado detransformaciones que se dieron en otras áreas de la estructura del Esta-do,2pero, en todo caso, se ha tratado de situaciones aisladas y que si bien6531Sobre la transición a la democracia en México pueden consultarse, entre otros tra-bajos: Aziz Nassif, A. (coord.),México al inicio de siglo XXI, democracia, ciudadanía ydesarrollo, México, CIESAS-Miguel Ángel Porrúa, 2003; Becerra, R.et al.,La mecáni-ca del cambio político en México. Elecciones, partidos y reformas, México, Cal y Arena,2000; Elizondo, C. y Nacif, B. (comps.),Lecturas sobre el cambio político en México,México, CIDE-Fondo de Cultura Económica, 2002; Luken, G. y Muñoz, V.,Escenariosde la transición en México, México, Grijalbo, 2003; Merino, M.,La transiciónvotada,México, Fondo de Cultura Económica, 2003.2Tal es el caso, por mencionar algunos ejemplos, de la creación de varios organis-mos autónomos como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (y sus homólogosestatales) o el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública, de la concesión dehan sido importantes en sí, no han tenido ni la continuidad ni la intensi-dad que, por el contrario, han tenido las distintas reformas electorales.Ese proceso de cambio político-electoral en México, que arranca demanera clara en 1977 (en ese sentido, el caso mexicano se anticipa porun año al arco temporal que el presente libro ha fijado como marco delos procesos de democratización latinoamericanos en el contexto de lallamada “tercera ola”), se ha distinguido por su carácter continuo y pau-latino. En efecto, ninguna de las reformas electorales que se efectuaronen México significó un cambio que se haya traducido en una ruptura ra-dical con el pasado o que constituyera un momento fundacional particu-lar. La transición a la democracia en México sólo puede ser comprendidacabalmente si se la entiende como un proceso gradual en el que los cam-bios fueron presentándose parcialmente.Lo anterior no significa, de ninguna manera, que las transformacionesque se dieron no hayan sido de gran calado. Basta una rápida ojeada alestado actual del país y particularmente a las instituciones públicas (parahablar sólo del contexto político y no de la perspectiva económica y so-cial, que también se han transformado profundamente) para comprendercuán importante fue el proceso de cambio. En efecto, pasamos, por un la-do, de un país que era prácticamente monocolor y que se caracterizabapor la presencia de un partido hegemónico,3a un contexto en el que unarealidad política multicolor se reproduce a lo largo y ancho del territorionacional y en todos los niveles de gobierno. Ello trajo consigo que, porotra parte, transitáramos de una monolítica presencia del otrora partidoen el gobierno (el Revolucionario Institucional), la cual le permitía coparprácticamente todos los espacios de representación política, a una situa-ción en la que la falta de mayorías, y también con frecuencia el fenóme-no de los “gobiernos divididos”, son una constante tanto en el ámbito fe-deral como en los contextos locales.LORENZO CÓRDOVA VIANELLO654autonomía y renovadas atribuciones al Banco de México, o también la trascendental re-forma al Poder Judicial de 1994, con la que se ampliaron considerablemente las faculta-des en materia de control de constitucionalidad de la Suprema Corte de Justicia de la Na-ción.3Para un análisis del caso mexicano en la etapa previa a la transición a la democra-cia, en el contexto de la teoría de los partidos políticos,cfr. Sartori, G.,Partidos y siste-mas de partidos. Marco para un análisis, 2a. ed., Madrid, Alianza Editorial, 1992, pp.279 y ss

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