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Respuesta:
Cambio es el término que define al siglo XIX: cambio en función de las regiones. Con
algunas excepciones de escasa importancia, todos los países, incluso los que estaban más
aislados hasta ese momento, se vieron atrapados, de alguna forma, en los tentáculos de esa
transformación global […]
Lo que más habría impresionado a un observador en el decenio de 1870 habría sido la
linealidad del cambio. En términos materiales, así como del conocimiento y de la capacidad
para transformar la naturaleza, parecía tan evidente que el cambio significaba adelanto que
la historia parecía equivaler al progreso […]
El progreso era especialmente evidente e innegable en la tecnología y en su consecuencia
obvia, el incremento de la producción material y de la comunicación. La máquina moderna,
casi toda ella de hierro y acero, utilizaba como fuente de energía casi exclusivamente el
vapor. El carbón había pasado a ser la fuente más importante de energía industrial. […]
Por otra parte, las nuevas fuentes energéticas, la electricidad y el petróleo, no tenían
todavía gran importancia, aunque en el decenio de 1880 se podía contar ya con la
generación de electricidad a gran escala y con el motor de combustión interna […]
La tecnología moderna no sólo era innegable y triunfante, sino además claramente visibles.
Las máquinas utilizadas para la producción, aunque no especialmente potentes de acuerdo
con los parámetros actuales —en 1880, en el Reino Unido, la potencia media era de menos
de 20 CV—, eran muy grandes, siendo todavía de hierro en su gran mayoría […]. Pero, sin
duda alguna, las mayores y más potentes máquinas del siglo XIX eran también las más
visibles y audibles. Estamos haciendo referencia a las 100,000 locomotoras de ferrocarril
que arrastraban casi 2,750,000 vagones en largos trenes bajo estandartes de humo […].
Los 22,000 barcos de vapor que existían en el mundo en 1882, aunque tal vez eran máquinas
más potentes todavía que las locomotoras, no sólo eran mucho menos numerosas y tan
solo visibles para la pequeña minoría de individuos que frecuentaban los puertos, sino en
cierto sentido mucho menos típicos. […] Por lo que respecta al conjunto de la navegación
mundial, en 1880 de cada cuatro toneladas tres correspondían a la energía eólica y sólo una
a la de vapor […].
La tradición predominaba aún en el agua, muy especialmente, a pesar del cambio de la
madera al hierro y de la vela al vapor, en todo lo referente a la construcción, carga y
descarga de los barcos. ¿Hasta qué punto habría prestado atención un observador atento y
serio, en la segunda mitad del decenio de 1870, a los avances revolucionarios de la
tecnología que se estaba incubando o que estaban viendo la luz en ese momento: los
diferentes tipos de turbinas y motores de combustión interna, el teléfono, el gramófono y
la bombilla eléctrica incandescente (que acababan de ser inventados), el automóvil, que
hicieron operativo Daimler y Benz en la década de 1880, sin mencionar la cinematografía,
la aeronáutica y la radiotelegrafía, que se pusieron en funcionamiento en el decenio de
1890? Casi con toda seguridad, habría esperado y anunciado importantes avances en todos
los campos relacionados con la electricidad, la fotografía y la síntesis química, aspectos
suficientemente familiares ya, y no se habría sorprendido de que la tecnología consiguiera
superar un problema tan obvio y urgente como la invención de un motor móvil para
mecanizar el transporte por carretera
Explicación: no se que poner