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Esta nueva perspectiva que se abre para la humanidad será una posibilidad grandiosa para que el ser humano busque el desarrollo de todas sus potencialidades, conozca mucho mejor el medio en el cual está inserto gracias a los nuevos descubrimientos y avances científicos. Además le promete confort y variedad de medios para una vida más cómoda y digna: el uso de la razón es lo básico en este nuevo modelo y la consiguiente confianza en esta promete un porvenir de ensueño, porque, claro, si con la razón se puede todo, la vida de alguna manera está solucionada. Sin embargo, como no todo es color de rosa, o, como siempre pasa, los humanos a veces nos abocamos de lleno a ciertos aspectos olvidándonos de otros, por lo general, elementales. Tal es el caso del lado humano y relacional de las personas. En la época moderna se descuidó lo fundamental que hay en el hombre; el hecho de que es un ser de vínculos que va construyendo su vida en base a la interrelación con los demás y, por lo mismo, se debe sentir comprometido con los otros. Es cierto que sigue habiendo relación entre las personas, pero se va volviendo superficial y, lo que es más, se van formando relaciones de dominio y dependencia. Es el caso de los trabajadores en las fábricas que están sometidos a los patrones y terminan siendo tratados como objetos y a medida que se someta al trabajo obligado para la sobrevivencia, el hombre se aliena, se enajena así mismo y se enajena del los demás, dirá Karl Marx:
La afirmación de que el hombre está enajenado de su ser genérico quiere decir que un hombre está enajenado del otro, como cada uno de ellos está enajenado de la esencia humana… la enajenación del hombre y, en general, toda relación del hombre consigo mismo, sólo encuentra realización y expresión verdaderas en la relación en que el hombre está con el otro.[2]
En la Edad moderna se da una renovación de la visión del mundo debido principalmente al progreso científico. Pero lo más sobresaliente en esta perspectiva es la nueva concepción del hombre con respecto de sí mismo; es una nueva manera de entender al mundo y una nueva manera de comprender al hombre: una transformación de mentalidad. Se dejan de lado las concepciones antiguas y, de modo especial las aristotélicas, para dar paso a las nuevas concepciones desde la centralidad del hombre. En este cambio se da la oposición, además, al pasado medieval y en él a la Iglesia que ha permanecido fiel al aristotelismo. Surge, pues, un rechazo a lo anterior considerado como un periodo oscuro que ha mantenido al hombre dominado por visiones erradas del mundo y no ha permitido que haga libre uso de su razón.
La afirmación de que el hombre está enajenado de su ser genérico quiere decir que un hombre está enajenado del otro, como cada uno de ellos está enajenado de la esencia humana… la enajenación del hombre y, en general, toda relación del hombre consigo mismo, sólo encuentra realización y expresión verdaderas en la relación en que el hombre está con el otro.[2]
En la Edad moderna se da una renovación de la visión del mundo debido principalmente al progreso científico. Pero lo más sobresaliente en esta perspectiva es la nueva concepción del hombre con respecto de sí mismo; es una nueva manera de entender al mundo y una nueva manera de comprender al hombre: una transformación de mentalidad. Se dejan de lado las concepciones antiguas y, de modo especial las aristotélicas, para dar paso a las nuevas concepciones desde la centralidad del hombre. En este cambio se da la oposición, además, al pasado medieval y en él a la Iglesia que ha permanecido fiel al aristotelismo. Surge, pues, un rechazo a lo anterior considerado como un periodo oscuro que ha mantenido al hombre dominado por visiones erradas del mundo y no ha permitido que haga libre uso de su razón.
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