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Los minerales resultan imprescindibles para muchas actividades cotidianas. Sería una irresponsabilidad dar la espalda a algo de lo que disponemos y que, gracias a la evolución tecnológica, está al alcance de la mano, incluso en ubicaciones a las que hace años era imposible acceder. Hoy podemos hacerlo con absoluto compromiso ambiental y respeto por el entorno.
El mundo vive en la actualidad una nueva edad de oro de los metales. El crecimiento de los países en vías de desarrollo en los últimos siete años se sitúa entre un 6 y un 10 por ciento, lo que ha provocado un notable aumento del consumo de materias primas que ha derivado, a veces, en situaciones de tensión entre oferta y demanda.
Por otra parte, aunque en los países desarrollados no se dan tasas de crecimiento tan espectaculares como las de economías emergentes, la demanda de metales ha encontrado nuevas aplicaciones, como las relacionadas con la sanidad, con el desarrollo de nuevas tecnologías y procesos más sostenibles o con nuevas formas de transporte como los vehículos eléctricos e híbridos que requieren para su fabricación el doble de cobre que los vehículos convencionales.