• Asignatura: Castellano
  • Autor: fernandahm244
  • hace 4 años

Reseña de Macario por Juan Rulfo,

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Respuesta dada por: jona345642
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Estoy sentado junto a la alcantarilla aguardando a que salgan las ranas. Anoche,

mientras estábamos cenando, comenzaron a armar el gran alboroto y no pararon de

cantar hasta que amaneció. Mi madrina también dice eso: que la gritería de las

ranas le espantó el sueño. Y ahora ella bien quisiera dormir. Por eso me mandó a

que me sentara aquí, junto a la alcantarilla, y me pusiera con una tabla en la mano

para que cuanta rana saliera a pegar de brincos afuera, la apalcuachara a tablazos...

Las ranas son verdes de todo a todo, menos en la panza. Los sapos son negros.

También los ojos de mi madrina son negros. Las ranas son buenas para hacer de

comer con ellas. Los sapos no se comen; pero yo me los he comido también,

aunque no se coman, y saben igual que las ranas. Felipa es la que dice que es malo

comer sapos. Felipa tiene los ojos verdes como los ojos de los gatos. Ella e s la que

me da de comer en la cocina cada vez que me toca comer. Ella no quiere que yo

perjudique a las ranas. Pero a todo esto, es mi madrina la que me manda a hacer las

cosas... Yo quiero más a Felipa que a mi madrina. Pero es mi madrina la que saca

el dinero de su bolsa para que Felipa compre todo lo de la comedera. Felipa sólo se

está en la cocina arreglando la comida de los tres. No hace otra cosa desde que yo

la conozco. Lo de lavar los trastes a mí me toca. Lo de acarrear leña p ara prender

el fogón también a mí me toca. Luego es mi madrina la que nos reparte la comida.

Después de comer ella, hace con sus manos dos montoncitos, uno para Felipa y

otro para mí. Pero a veces Felipa no tiene ganas d e comer y entonces son para mí

los dos montoncitos. Por eso quiero yo a Felipa, porque yo siempre tengo hambre

y no me lleno nunca, ni aun comiéndome la comida de ella. Aunque digan que uno

se llena comiendo, yo sé bien que no me lleno por más que coma todo lo que me

den. Y Felipa también sabe eso... Dicen en la calle que yo estoy loco porque jamás

se me acaba el hambre. Mi madrina ha oído que eso dicen. Yo no lo he oído. Mi

madrina no me deja salir solo a la calle. Cuando me saca a dar la vuelta es para

llevarme a la iglesia a oír misa. Allí me acomoda cerquita de ella y me amarra las

manos con las barbas de su rebozo. Yo no sé por qué me amarra mis manos; pero  

dice que porque dizque luego hago locuras. Un día inventaron que yo andaba

ahorcando a alguien; que le apreté el pescuezo a una señora nada más por nomás.

Yo no me acuerdo. Pero, a todo esto, es mi madrina la que dice lo que yo hago y

ella nunca anda con mentiras. Cuando me llama a comer, es para darme mi parte

de comida, y no como otra gente que me invitaba a comer con ellos y luego que

me les acercaba me apedreaban hasta hacerme correr sin comida ni nada. No, mi

madrina me trata bien. Por eso estoy contento en su casa. Además, aquí vive

Felipa. Felipa es muy buena conmigo. Por eso la quiero... La leche de Felipa es

dulce como las flores del obelisco. Yo he bebido leche de chiva y también de

puerca recién paridad; pero no, no es igual d e buena que la leche de Felipa...

Ahora ya hace mucho tiempo que no me da a chupar de los bultos esos que ella

tiene donde tenemos solamente las costillas, y de donde le sale, sabiendo sacarla,

una leche mejor que la que nos da mi madrina en el almuerzo de los domingos...

Felipa antes iba todas las noches al cuarto donde yo duermo, y se arrimaba

conmigo, acostándose encima de mí o echándose a un ladito. Luego se las

ajuareaba para que yo pudiera chupar de aquella leche dulce y caliente que se

dejaba venir en chorros por la lengua... Muchas veces he comido flores de obelisco

para entretener el hambre. Y la leche de Felipa era de ese sabor, sólo que a mí me

gustaba más, porque, al mismo tiempo que me pasaba los tragos, Felipa me hacia

cosquillas por todas partes. Luego sucedía que casi siempre se quedaba dormida

junto a mí, hasta la madrugada. Y eso me servía de mucho; porque yo no me

apuraba del frío ni de ningún miedo a condenarme en el infierno si me moría yo

solo allí, en alguna noche... A veces no le tengo tanto miedo al infierno. Pero a

veces sí. Luego me gusta darme mis buenos sustos con eso de que me voy a ir al

infierno cualquier día de éstos, por tener la cabeza tan dura y por gustarme dar de

cabezazos contra lo primero que encuentro. Pero viene Felipa y me espanta mis

miedos. Me hace cosquillas con sus manos como ella sabe hacerlo y me ataja el

miedo ese que tengo de morirme. Y por un ratito hasta se me olvida... Felipa dice,

cuando tiene ganas de estar conmigo, que ella le cuenta al Señor todos mis

pecados. Que iré al cielo muy pronto y platicará con Él pidiéndole que me perdone

toda la mucha maldad que me llena el cuerpo de arriba abajo. Ella le dirá que me

perdone, para que yo no me preocupe más. Por eso se confiesa todos los días.


fernandahm244: Una reseña es corta
fernandahm244: Es como un resumen
jona345642: ok
jona345642: te la mando¿¿
jona345642: si o no
fernandahm244: Siii, por favor
fernandahm244: Te lo agradecería mucho
jona345642: El relato cuenta la historia de Macario, un chico que vive son su madrina y con Felipa, dos mujeres que cuidan de él y de las que queda al cargo cuando mueren sus padres. El relato está narrado desde la voz de este personaje, lo cual hace que tenga aún más fuerza lo que se cuenta
fernandahm244: Muchas gracias
jona345642: d nd
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