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una ironía que el único momento en México en el que se usa la palabra española “verbena” en lugar de la más común de procedencia holandesa “kermesse”, es el 15 de septiembre en la celebración de la independencia de México del dominio peninsular. Los cronistas de televisión usan además el adjetivo “popular” para tratar de retratar la mezcla única de clases sociales que se da ese día en el que - aun los que sólo comen pizza y sushi el resto del año- se reúnen alrededor de los puestos de antojitos mexicanos.
Pero la ironía termina ahí, porque el espíritu de los primeros independentistas permanece en la celebración. En cada celebración parte de la multitud no sólo grita “Viva México” sino que se ha retomado el grito de Miguel Hidalgo “muera el mal gobierno”, y otros gritos que se aplican a situaciones de la vida actual; la atención mediática que se da a la celebración se presta para que - por desgracia- se realicen hechos violentos como los ocurridos en la ciudad de Morelia en 2008. La noche del 15 de septiembre se convierte así en un retrato y metáfora de la vida nacional.
El movimiento por la independencia de México -iniciado la madrugada ante el llamado del cura Miguel Hidalgo y Costilla el 16 de septiembre de 1810- fue catalizado tanto por las ideas de la revolución francesa como por el creciente disgusto contra la corona española por los impuestos que imponían y como la situación de los nativos de las colonias americanas. Fue el primer punto de unión entre los criollos cultivados, los indios que vivían en situación de esclavitud y los mestizos que empezaban a convertirse en mayoría. El pequeño grupo – sólo 15 hombres según la cartas del propio Miguel Hidalgo- que inició la revuelta sin instrucción militar y poquísimas armas, se convirtió cuatro meses después en un ejército de 100,000 hombres con 95 cañones. Esta conversión -en una época en la que no existían redes sociales ni medios masivos de comunicación- habla de la desesperación de un pueblo completo, mucho más allá que una protesta contra el gobierno. Ese mismo año, por circunstancias similares, se iniciaran movimientos independentistas en que lo que después fueron Colombia y Chile.
La rebelión iniciada en 1810 pretendía terminar con el dominio español que había gobernado el país casi 300 años, convirtiendo en virreinato un territorio que hasta Siglo XVI estaba dividido en territorios con una docena de diferentes culturas y una multitud de etnias. Al iniciar el movimiento, el ejército independentista –los rebeldes para el virrey- era tan improvisado que ni siquiera tenía una bandera, Hidalgo utilizó un estandarte de la Virgen de Guadalupe de la iglesia de Dolores. Pero cinco meses después, a principios de febrero de 1811 el virrey Francisco Javier Venegas ofreció a los generales Miguel Hidalgo e Ignacio Allende un indulto si deponían las armas. A esta propuesta, Hidalgo contestó: “El indulto, Señor Excelentísimo, es para los criminales, no para los defensores de la Patria, y menos para los que son superiores en fuerza”.
La primera etapa de la lucha independentista, termino cuando Hidalgo fue tomado prisionero en marzo de 1911 y fusilado –tras ser excomulgado- en julio del mismo año. Fueron ejecutados también los principales jefes del movimiento - Allende, Aldama y Jiménez- sus cuerpos fueron decapitados y las cabezas exhibidas en la Alhóndiga de Granaditas en Guanajuato; método común en las colonias para servir de escarnio, pena pública –los cuerpos no recibían el rito católico de la extremaunción- y para disuadir a otros de tomar ese camino. Pero en el momento de la disolución del primer ejército insurgente, ya había surgido otro comandado por José María Morelos y Pavón, alumno de Miguel Hidalgo en el Colegio de San Nicolás.
La lucha por la independencia de México continuó con varios caudillos hasta su conclusión 11 años después, el 27 de septiembre de 1921 con la entrada del ejército Trigarante, insurgentes y realistas unidos, a la Ciudad de México.
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