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Respuesta:
Jesús mismo, ha resumido la ley en el doble mandamiento del amor: «Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo». Por lo tanto, cuando hablamos de relaciones de amistad, debemos pensar en el amor. El amor define la calidad de nuestras relaciones en general.
Sea con Dios, entre esposos, con los hijos, entre los hijos, con los parientes, amigos y en el mismo trabajo. Son, naturalmente, distintas formas de vivir el amor. No obstante, son reflejos del amor cristiano que estamos llamados a vivir entre nosotros. ¡Cuánto tiempo tenemos ahora para crecer en el amor al interior de nuestras familias!
La importancia del amor y las buenas relaciones
Creados a imagen y semejanza de Dios, estamos llamados a vivir como Él, esa comunión de amor con las demás personas. Dios mismo es una comunión amorosa de personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Tres personas y un solo Dios.
Cada una de las personas, se define por su relación con las demás. El Padre es padre, sobre todo, por su relación paternal hacia el Hijo. Así mismo sucede con la segunda persona de la Santísima Trinidad, que es Hijo por su relación filial con el Padre. Así como el Espíritu Santo, que es la relación entre ambas personas. Persona, entonces, se define por la relación. Significa en ser para el encuentro.
Nosotros, así como Dios, también somos personas. Por ello, nuestra realización y felicidad se alcanza en la medida que vivimos ese llamado al amor, primeramente con Dios y luego con los demás. Esto empieza con algo tan básico y sencillo como la comunicación entre nosotros.
Por ello es tan importante el respeto, cariño, empatía… para promover una comunicación positiva. Así como Dios, nos hacemos cada vez más personas y descubrimos cada vez más nuestra propia identidad gracias a las relaciones que establecemos con los demás. Por eso, todo lo que se aleja de la comunión, nos lleva a la tristeza: egoísmo, individualismo, etc.