Respuestas
Predecesor
Huáscar
Sucesor
Fin del Tahuantinsuyo
(Túpac Hualpa, Inca nombrado por los españoles)
Información personal
Nombre secular
Atahualpa
Nacimiento
Hacia 1497 y 1500
Lugar de nacimiento discutido
Caranqui, Cuzco o Quito
Fallecimiento
26 de julio de 1533
Plaza de Armas de Cajamarca, Cajamarca, Gobernación de Nueva Castilla
Familia
Dinastía
Hanan Cuzco
Padre
Huayna Cápac
Madre
Posibles madres:
Tocto Ocllo Coca
Paccha Duchicela
Tuto Palla o Túpac Palla
Descendencia
Puca Cisa (Flor Roja), Huallpa Cápac, Diego Ilaquita, Francisco Ninacuro (Gusano de Fuego), Juan Quispe Túpac, Francisco Túpac Atauchi, Carlos, Felipe, María e Isabel
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Su padre, Huayna Cápac, murió en torno a 1525 sin dejar nombrado a un sucesor. Esto dio lugar a la sangrienta guerra civil incaica por la sucesión entre Atahualpa y su hermano Huáscar. Atahualpa se hallaba entonces en Quito, al mando del ejército incaico del Norte y a cargo del gobierno de esa región, que estaba subyugada al Imperio incaico. Huáscar se coronó inca en Cuzco.[3] Tras una larga campaña, Atahualpa logró vencer a Huáscar en 1532 cerca de Cuzco.[4]
Atahualpa se hallaba en Cajamarca, de camino a Cuzco para coronarse inca, cuando recibió la visita de una expedición española al mando de Francisco Pizarro.[5] Pizarro le capturó por medio de un ardid.[6] Atahualpa ofreció pagar un enorme rescate a cambio de su libertad y Pizarro aceptó su oferta. Pero los españoles temieron un ataque indígena y decidieron traicionar y deshacerse de Atahualpa. Tras recibir el rescate le acusaron de traición, de conspiración contra la corona española, y de asesinar a Huáscar.[7] Le sometieron a juicio, le sentenciaron a muerte, y le ejecutaron por estrangulamiento.[8]
Pese a que Atahualpa no llegó a ser reconocido por la nobleza del Cuzco ni ostentar la Mascaypacha se le atribuye erróneamente ser el último emperador del Tahuantinsuyo. espero que te sirva
Respuesta:
Emperador inca era hijo del emperador Huayna Cápac y de Túpac Paclla, princesa de Quito. Poco antes de morir en 1525, el emperador Huayna Cápac decidió favorecer a Atahualpa dejándole el reino de Quito en perjuicio de su hermanastro Huáscar, el heredero legítimo, al que correspondió el reino de Cuzco. Aunque inicialmente las relaciones entre ambos reinos fueron pacíficas, la ambición de Atahualpa por ampliar sus dominios condujo al Imperio Inca a una larga y sangrienta guerra civil. En 1532, informado de la presencia de los españoles en el norte del Perú, Atahualpa intentó sin éxito pactar una tregua con su hermanastro. Huáscar salió al encuentro del ejército quiteño, pero fue vencido en la batalla de Quipaypán y apresado en las orillas del río Apurímac cuando se retiraba hacia Cuzco. Posteriormente, Atahualpa ordenó asesinar a buena parte de los familiares y demás personas de confianza de su enemigo y trasladar al prisionero a su residencia, en la ciudad de Cajamarca.
En ese momento, el emperador inca recibió la noticia de que se aproximaba un reducido grupo de gentes extrañas, razón por la que decidió aplazar su entrada triunfal en Cuzco, la capital del imperio, hasta entrevistarse con los extranjeros. El 15 de noviembre de 1532, los conquistadores españoles llegaron a Cajamarca y Francisco Pizarro, su jefe, concertó una reunión con el soberano inca a través de dos emisarios. Al día siguiente, Atahualpa entró en la gran plaza de la ciudad, con un séquito de unos tres o cuatro mil hombres prácticamente desarmados, para encontrarse con Pizarro, quien, con antelación, había emplazado de forma estratégica sus piezas de artillería y escondido parte de sus efectivos en las edificaciones que rodeaban el lugar.
No fue Pizarro, sin embargo, sino el fraile Vicente de Valverde el que se adelantó para saludar al inca y le exhortó a aceptar el cristianismo como religión verdadera y a someterse a la autoridad del rey Carlos I de España; Atahualpa, sorprendido e indignado ante la arrogancia de los extranjeros, se negó a ello y, con gesto altivo, arrojó al suelo la Biblia que se le había ofrecido. Pizarro dio entonces la señal de ataque: los soldados emboscados empezaron a disparar y la caballería cargó contra los desconcertados e indefensos indígenas. Al cabo de media hora de matanza, varios centenares de incas yacían muertos en la plaza y su soberano era retenido como rehén por los españoles.
A los pocos días, Atahualpa, temeroso de que sus captores pretendieran restablecer en el poder a Huáscar, ordenó desde su cautiverio el asesinato de su hermanastro. Para obtener la libertad, el emperador se comprometió a llenar de oro, plata y piedras preciosas la estancia en la que se hallaba preso, lo que sólo sirvió para aumentar la codicia de los conquistadores.
Unos meses más tarde, Pizarro decidió acusar a Atahualpa de idolatría, fratricidio y traición; fue condenado a la muerte en la hoguera, pena que el inca vio conmutada por la de garrote, al abrazar la fe católica antes de ser ejecutado, el 29 de agosto de 1533. La noticia de su muerte dispersó a los ejércitos incas que rodeaban Cajamarca, lo cual facilitó la conquista del imperio y la ocupación sin apenas resistencia de Cuzco por los españoles, en el mes de noviembre de 1533
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