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EN una reciente encuesta realizada en Dinamarca, en donde quienes pagan más impuestos entregan a Hacienda dos tercios de su salario, una notable mayoría de los contribuyentes estaba en contra de bajar la presión fiscal. Los países nórdicos son el paraíso del Estado de bienestar, con servicios públicos de calidad universales y gratuitos. Con fuertes impuestos, de los que no se quejan, y un escaso fraude fiscal. En España, según una encuesta publicada ayer por el CIS una ligera mayoría de ciudadanos se pronuncia a favor de aumentar los impuestos para mejorar servicios públicos. Los 2.500 consultados se supone que son una buena muestra de la media del país, y prefieren que no se bajen los impuestos si por eso se reducen las prestaciones sociales y los servicios públicos. Hace 10 años la foto era al revés. La crisis ha cambiado a la opinión pública.
Los impuestos son una práctica demasiado moderna como para formar parte de la cultura nacional y sin embargo tenemos algunos tipos fiscales más altos que la media europea. Por ejemplo, el impuesto de sociedades está seis puntos por encima del promedio de la UE, aunque los países del Este bajan mucho ese baremo. En IVA, por el contrario, estamos debajo de la media, lo que hace a este impuesto el principal candidato a una subida en inminente ajuste presupuestario. El tipo alto del IRPF es superior en Dinamarca, Suecia, Bélgica, Holanda, Finlandia, Austria, Alemania, Francia e Italia, pero es visto por los españoles como excesivo e injusto. Ocho de cada diez encuestados piensan que los impuestos no se pagan con justicia en España, porque no pagan más los que más tienen. O sea, que los verdaderamente ricos pagan poco y el fisco se ensaña con quienes tienen nómina o ingresos controlados.
La casi totalidad de los españoles está convencida de que hay mucho fraude y que las autoridades hacen poca cosa para luchar contra los culpables. Habría que añadir que nadie hace mucho para luchar contra el fraude al pagar al fontanero, al jardinero, al dentista o al taller del coche sin factura. En la encuesta se apunta a empresas, partidos políticos, ricos o poderosos como los grandes defraudadores. Este enorme fraude español está provocado porque una quinta parte de la economía nacional evade el control de Hacienda, según todos los estudios solventes. Se trata de una pescadilla que se muerde la cola, porque desanima a los contribuyentes a cumplir con Hacienda, lo que a su vez genera más fraude. La sanidad funciona satisfactoriamente para una mayoría, mientras la educación suspende. Los transportes tienen el récord y la justicia ocupa el vagón de cola. La encuesta no pregunta, aunque debería, si estamos dispuestos a pagar más por los mismos servicios, o incluso con alguna prestación menos. Pero ese es el escenario al que vamos de cabeza.