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La frustración de los «criollos»
Por un lado, había un gran sentimiento de frustración por parte de los criollos, es decir, hijos de españoles nacidos en los territorios americanos, que formaban la clase acaudalada dentro de la sociedad colonial.
Aunque la legislación de 1619 garantizaba la igualdad de derechos “a todos los blancos”, lo cierto es que los encargados de ejecutar las leyes los discriminaban completamente.
Humboldt comentaba que los criollos preferían ser llamados americanos y que tras la Revolución Francesa solían decir la frase “Yo no soy español, soy americano”, acompañadas de gran resentimiento.
Esta frustración venía porque querían formar parte dentro del gobierno colonial, pero se les negaba.
El anti-monopolio de la oligarquía criolla
Por otro lado, la oligarquía criolla, principal detentadora del poder económico en el mundo colonial, tenía pensamientos librecambistas que chocaban contra los postulados del monopolio metropolitano.
En 1797, la situación empeoró debido a que España no pudo mantener las comunicaciones con sus posesiones americanas.
Los británicos aprovecharon esta coyuntura para aumentar el odio contra los españoles, puesto que querían beneficiarse de la apertura comercial que se produciría en América.
La debilidad del gobierno español
Otra de las causas, en relación con las dos anteriores, fue que el gobierno metropolitano español era extremadamente débil.
Las disposiciones políticas y militares que habían realizado a lo largo de los siglos, como por ejemplo la entrega de la Luisiana a Francia o el reconocimiento de la soberanía británica sobre Trinidad, causó un gran revuelo y una amplia inquietud entre los criollos.
La invasión francesa
Todas estas incertidumbres crecieron exponencialmente tras la pérdida de la batalla de Trafalgar y la invasión francesa de la península ibérica.
La familia real fue detenida y secuestrada por tropas extranjeras, dejando descabezado a cualquier posible gobierno.
El caos político y la crisis de poder que se generaron a partir de entonces fueron cuestiones muy importantes que marcarían el futuro y la emancipación de las colonias españolas americanas.
El vacío de poder provocó que las colonias tuviesen que encontrar formas alternativas para autogobernarse, así que crearon varios organismos que tuvieron mucha autonomía.
Surgió entonces la lucha entre liberales y absolutistas, que alcanzó su cenit en 1814, cuando Fernando VII anuló las reformas gaditanas y la Constitución de 1812.
Algunos de los movimientos pararon en seco con el regreso del monarca absolutista, pero la mayoría se mantuvo o aumentó.
La ruptura y el inicio de la emancipación de las colonias españolas americanas
Todos estos motivos abrieron una brecha que llevó a la ruptura definitiva entre las colonias y la metrópoli.
Pero también tendría una doble vertiente dentro de la propia población americana.
En algunos territorios, los nativos y los criollos fueron enemigos, mientras que en otros, se aliaron para expulsar a los españoles.