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Dentro del género lírico hay un subgrupo de creaciones poéticas con particularidades propias que se identifican como odas. En este conjunto, aparecen textos segmentados en estrofas que abordan cuestiones muy diversas y que, por su estructura, se transforman en material para ser cantado en vez de recitado.
En otros tiempos, se acostumbraba a presentar odas en un marco musical en el cual se tocaban instrumentos para acompañar al encargado de cantarlas. Por ese entonces, se distinguía entre una oda de carácter coral y aquellas desarrolladas a una única voz (bajo el formato de monodia).
En la actualidad, la clasificación gira más en torno al contenido y es por ello que se habla de odas heroicas, odas filosóficas, odas de carácter geográfico, odas románticas u odas religiosas, entre otras alternativas.
Como sabrán, existen odas más populares que otras que han conseguido vencer los límites del espacio y el tiempo y, de este modo, aún son recordadas a pesar de los años transcurridos desde su elaboración. Este es el caso de propuestas como “Oda a la alegría” (desarrollada por Friedrich von Schiller), “Oda al gato” (creación de Pablo Neruda) y “Oda a la pacificación” (perteneciente a Mario Benedetti), por citar algunas.
Un último dato que resulta interesante saber en relación a este concepto: oda no es una palabra exclusiva del ámbito literario ya que este término también se ha empleado para identificar a una ciudad japonesa perteneciente a la prefectura de Shimane y funciona como apellido (tal el caso del campeón japonés de patín artístico Nobunari Oda, entre otros).