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El hallazgo de unas heces humanas fosilizadas en una caverna de Oregón ha obligado a los arqueólogos a replantearse cuándo llegaron los primeros humanos al continente americano. Dichos excrementos datan de hace más de 14.000 años, lo que sugiere que la inmigración tuvo lugar unos mil años antes de lo que se creía.
Análisis del ADN confirmaron que 14 de los coprolitos (excrementos fósiles) eran humanos y que procedían de nativos americanos que tenían vínculos genéticos con humanos de Siberia y Asia. La datación por carbono reveló que los coprolitos más antiguos tenían aproximadamente 14.340 años de antigüedad. Según los investigadores, esto no sólo demuestra que los indios americanos descienden de los primeros inmigrantes al continente americano, sino también que la inmigración se produjo aproximadamente mil años antes de lo que se pensaba.
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La hipótesis de que los humanos llegaron a América desde Asia a través del estrecho de Bering hace 13.000 años cada vez se sostiene menos. El año pasado la revista Science ya publicó el hallazgo al noreste de EE UU de unas herramientas similares a las encontradas en la isla japonesa de Hokkaido. Databan de unos 16.000 años de antigüedad y apoyaban la teoría de que la migración de Japón a América fue costera.
Ahora, dos nuevos estudios, publicados esta vez en la revista Nature, aportan nuevas evidencias sobre cómo y cuándo se inició el poblamiento del continente americano. Según la datación de unos 1.900 utensilios de piedra, así como de restos vegetales y ADN de fósiles de animales hallados en la cueva de Chiquihuite en Zacatecas, México, los primeros habitantes de América habrían llegado hace unos 31.000 o 30.000 años, durante el Último Máximo Glacial, la época de máxima extensión de las capas de hielo.
Los análisis de la industria lítica encontrada en la cueva, situada a unos 2.740 metros de altitud, revelan además que pertenecía a una cultura hasta ahora desconocida. “Estas herramientas aún no se han encontrado en ningún otro lugar de América del Norte. Ninguna otra industria comparte similitudes con ella”, indica a SINC Lorena Becerra-Valdivia, científica arqueológica de las universidades de Oxford (Reino Unido) y New South Wales (Australia), coautora de ambos estudios en Nature y miembro del equipo responsable de definir la cronología en el trabajo de Science.
Según los expertos, la tecnología empleada para la fabricación de estos artefactos desconocidos del registro arqueológico de América posiblemente fue traída de otros lugares antes del último Máximo Glacial. El trabajo también subraya que no solo el tipo de herramientas es atípico, sino también la propia cueva donde fueron halladas.
La altitud del yacimiento obligó a sus ocupantes a adaptarse a paisajes montañosos, un comportamiento hasta ahora nunca observado en otras poblaciones del Pleistoceno en América. Este emplazamiento rompe con el patrón de la caza de la megafauna, los sitios abiertos y los refugios de rocas poco profundos.
Para los investigadores, se necesitaría analizar más ADN arqueológico y ambiental para dilucidar mejor los orígenes de los habitantes de la cueva de Chiquihuite, así como su relación biocultural con otros grupos más antiguos que los indígenas Clovis y el camino que siguieron sus antepasados hacia las Américas.