• Asignatura: Arte
  • Autor: shuyanaconteron
  • hace 5 años

un poema a Otavalo alluda pls :(


shuyanaconteron: ok UwU
rubiodiazfelipe69: ok?
rubiodiazfelipe69: bye
shuyanaconteron: bye
shuyanaconteron: pr grasias
jenlisa22: tengo una pregunta tengo que poner uno de los poemas de otavalo
shuyanaconteron: cual quier
jenlisa22: ya puse se llama Balada de amor a Otavalo
rubiodiazfelipe69: ok
shuyanaconteron: ok grasias

Respuestas

Respuesta dada por: jenlisa22
2

Respuesta:

¿En dónde escribir tu nombre,

Otavalo? ¿En qué pámpanos?

¿En qué arcángeles de escarcha,

en qué astrales silabarios?

Si toco en ti un estambre,

florece en azul un astro.

Si contemplo en ti un rocío,

prende quindes el ocaso.

Si gusto azúcar en garzas,

se desgranan los geranios

y desnudan sus cristales

las ondinas de tus lagos.

¿En dónde escribir tu nombre,

Otavalo? ¡Ah, Otavalo!

 

Te evocaré todo trémulo

en un devoto rosario,

cuenta por cuenta en los nombres

de telúricos encantos.

 

Geografía de hontanares

limitan el cuenco amado

en la Rosa de los Vientos

y en cordiales meridianos:

Por el Norte está el Cotama;

el Mojanda, por el Austro;

por el Este, las auroras;

por el Oeste, el ocaso

sobre el yunque del Muenala

en relumbres perfilado.

¡Qué hidrografías azules!

¡Qué Jordanes de milagro!

¿En dónde termina el cielo?

¿En dónde comienza el campo?

Las fontanas burbujean

en caracolas y nardos.

¡Oh lentejuelas lacustres!

¡Oh florecer de muranos!

Riachuelos en urdiembre

de cristal despedazado:

Desaguadero y Machángara,

el Tejar y el Río Blanco,

rondador de cuatro cañas,

polifonía en regatos.

Oh el deliquio de las rosas

en la fuente de Punyaro:

rosales de azules pétalos

en acuáticos palacios.

 

El Socavón es un arpa

cordaje cristalizado

que arpegia, gota por gota,

desde las rocas en gajos.

 

 

La cascada de Peguche

en acrobático salto,

musculatura de río

en alazán desbocado.

 

Chorrera de Taxopamba,

manantial algodonado:

el pezón de la colina

exprime un chorrito lácteo.

 

El Imbabura trabaja

en su oficio hortelano:

los trigales marineros,

maíz de plumajes flavos,

goteados arvejales

de néctar rosado y blanco.

 

Las chocitas de hinojos,

labrantíos incensarios,

desde ellos hila la brisa

el humo azul y delgado.

 

El penco lanza a los aires

su pirotecnia de pájaros,

viragchuros que aletean

en sus estípites altos.

Calidoscopio y rondalla

de paisajes y de barrios:

Reyloma abre sus balcones

en coqueteo al ocaso.

La de Quichinche se enjoya

de zafiros y topacios:

zafiro, las Lagartijas

y topacio, Yanayacu.

 

Asama es una vasija

de cereal aromático.

Camuendo de musgo y roca,

mitimaes taraceados,

muestran el alma llagada

en las quinuas de los flancos.

 

La Compañía deambula

tras balidos de rebaños,

Pucará de totorales,

capulicedas de Agato.

 

El Chilcal es abanico

del Imbabura regalo;

la laguna se refresca

con los vientos de verano.

 

Lechero de Pucará,

en atalaya encumbrado,

llora su sangre de leche

por los niños que enfermaron.

Peguche teje con nubes

que son los vellones blancos,

lanzaderas ponen tramas

con rojas hebras del rayo.

 

Es la torre de San Luis

la Giralda de Otavalo.

San Sebastián, verdeoro

de azahares y naranjos.

 

 

En avenida a las nubes

se empina el empedrado.

 

San Francisco y sus dos torres—

¿palomar o campanario? —,

tintineos de bandadas

por la aurora van volando.

Santiaguillo molinero,

abuela que arrulla al campo

con la chochez en la cofia

y su monótono canto.

 

¡Copacabana! ¡Qué nombre!

Un caramelo onomástico.

Y hay miel también en sus huertos

de chumberas y duraznos.

¡Oh los ajuares de novia

de los ciruelos en marzo!

 

Espinas pican el aire

y el aire desangran gajos:

las cercas pintan con moras

de rojo sus mustios labios.

 

Con sus casas de pinitos,

El Batán se asoma al riacho,

y El Cardón oculta besos

en callejones románticos.

El barrio de Monserrate,

y su Virgen de milagro,

humo de incienso le ofrendan

los convoyes ferroviarios.

San Blas, nos pone cruces

en noviembres de Finados,

y en tanto lloran cipreses

y se marchitan los nardos,

las niñas acunan “guaguas”

y los niños sus soldados.

¡La Magdalena! Rincón

De mis íntimos halagos:

las flores saben mi nombre,

las aves me entablan diálogos.

¿En dónde escribir tu nombre,

Otavalo? ¿En qué pámpanos?

¿En qué heridas amapolas?

¡Ah, Otavalo! ¡Otavalo!

Te grabaré, sí, aquí, adentro,

donde siempre te he llevado,

en las raicillas del alma,

en mi pleno meridiano.

Y me abriré todo el pecho

y mi lírico costado,

a que todo el mundo lea

tu solo nombre, OTAVALO . . .

Explicación:

Espero te ayude (❁´◡`❁)╰(*°▽°*)╯

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