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2
la historia es
Desde ese lugar, todos los días y entre los pliegues del empaque hecho de polietileno, “Chonchita” tenía la visión distorsionada de niños que se acercaban de la mano con sus padres, para elegir algún juguete de esa área; y entonces ella se emocionaba, porque sabía que algún día, uno de esos niños la eligiría, le pediría a su papá o a su mamá que la comprara, y entonces esa “gordita”, suavecita y rosa saldría por fin de la bolsa y del almacén ¡para conocer el mundo!!! …Pero algo pasaba… Los niños siempre preferían otros juguetes, aquellos que tenían movimiento e incluían más accesorios, y mientras de cabeza veía como su empaque de plástico se iba empolvando con el paso de los días, al mismo tiempo era testigo de como la vitrina de enfrente se vaciaba y volvía a ser llenada constantemente con nuevos juguetes; pero para ella nada era distinto, seguía todavía ahí. Todo esto la entristecía un poco, pero como “Chonchita” era muy optimista, pensaba que si nadie la había elegido hasta ahora, era porque quizá ella estaba destinada a ser el juguete favorito de un niño o niña muy especial y entonces sus esperanzas volvían a surgir como “las florecitas con sabor a limón” que crecen en el jardín. A veces los bebés eran quienes se emocionaban al verla, y entonces “Chonchita” pensaba que su día de suerte había llegado ¡por fin!... El instante que tantas veces soñó, cuando las luces de la tienda se apagaban y ella cerraba sus ojos, traía el mismo sueño recurrente: en el que la imagen de una mano gigante se acercaba hasta ella, para descolgarla del gancho de la vitrina, para luego pasarla al carrito del súper.
Desde ese lugar, todos los días y entre los pliegues del empaque hecho de polietileno, “Chonchita” tenía la visión distorsionada de niños que se acercaban de la mano con sus padres, para elegir algún juguete de esa área; y entonces ella se emocionaba, porque sabía que algún día, uno de esos niños la eligiría, le pediría a su papá o a su mamá que la comprara, y entonces esa “gordita”, suavecita y rosa saldría por fin de la bolsa y del almacén ¡para conocer el mundo!!! …Pero algo pasaba… Los niños siempre preferían otros juguetes, aquellos que tenían movimiento e incluían más accesorios, y mientras de cabeza veía como su empaque de plástico se iba empolvando con el paso de los días, al mismo tiempo era testigo de como la vitrina de enfrente se vaciaba y volvía a ser llenada constantemente con nuevos juguetes; pero para ella nada era distinto, seguía todavía ahí. Todo esto la entristecía un poco, pero como “Chonchita” era muy optimista, pensaba que si nadie la había elegido hasta ahora, era porque quizá ella estaba destinada a ser el juguete favorito de un niño o niña muy especial y entonces sus esperanzas volvían a surgir como “las florecitas con sabor a limón” que crecen en el jardín. A veces los bebés eran quienes se emocionaban al verla, y entonces “Chonchita” pensaba que su día de suerte había llegado ¡por fin!... El instante que tantas veces soñó, cuando las luces de la tienda se apagaban y ella cerraba sus ojos, traía el mismo sueño recurrente: en el que la imagen de una mano gigante se acercaba hasta ella, para descolgarla del gancho de la vitrina, para luego pasarla al carrito del súper.
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