• Asignatura: Historia
  • Autor: latry
  • hace 4 años

desventajas del partido oficial de mexico 1934​

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Respuesta dada por: adolfo350
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Explicación:

Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública que ganó el Primer Concurso de Ensayo Político "Carlos Sirvent Gutiérrez" en la categoría de Egresados titulados menores de 30 años de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, en febrero de 2009.

 

Resumen

Para modificar el mapa de la representación política en México, que respondía a un esquema de corte autoritario y de partido hegemónico, fueron necesarias una serie de reformas electorales que edificaron un sistema de partidos competitivo y un sistema electoral confiable. Tomando como eje la evolución reciente del sistema electoral y del sistema de partidos, este artículo pretende responder cómo y qué fue lo que hizo posible el cambio de un régimen autoritario a uno democrático.

Palabras clave: transición democrática, sistema de partidos, sistema electoral.

 

 

En memoria del Dr. Carlos Alberto Sirvent Gutiérrez.

 

I. Introducción

Se consideran elecciones democráticas aquellas en las que la única incertidumbre existente es la de los resultados, los cuales obedecen a la voluntad libre de los electores, y en las que el marco legal está claramente definido, garantizando condiciones de competencia medianamente equitativas para todos los partidos políticos y candidatos contendientes.

En México, hasta hace menos de tres lustros, era difícil caracterizar a los procesos electorales de esta forma; la voluntad de los electores ni era respetada, ni las reglas del juego estaban claramente establecidas y, por ende, ningún partido distinto al del régimen, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), tenía la posibilidad real de obtener triunfos suficientes para ser un contrapeso efectivo. La única certeza con la que la ciudadanía contaba, desde antes de sufragar, era que el PRI ganaría la mayoría de los cargos a disputarse incluida, por supuesto, la Presidencia de la República.

De este modo, no fue casual que el interés por el estudio de los procesos electorales en México haya sido escaso desde la federalización de las elecciones en 1946 —año que coincide con la génesis del Revolucionario Institucional como tal— y hasta finales del siglo XX, pues en este periodo, el sistema político mexicano estuvo caracterizado por la subordinación de los poderes Legislativo y Judicial a una sola figura concentradora del poder: el presidente de la República. En ese sentido, nuestro país fue considerado por prestigiados especialistas como un sistema de corte autoritario1 y de partido hegemónico,2 en el que la posibilidad de alternancia en el gobierno era nula.

Durante el lapso que va desde la creación de la Comisión Federal de Vigilancia Electoral en 1946 y hasta antes del surgimiento del Instituto Federal Electoral (IFE) en 1990, el binomio PRI-gobierno tuvo el monopolio del aparato electoral a través de la Secretaría de Gobernación. Además, el carácter uninominal o de mayoría relativa del sistema electoral vigente de 1812 a 1976 para renovar la Cámara de Diputados, sin considerar los denominados "diputados de partido",3 y en la de Senadores hasta 1994, trajo consigo la existencia de un gobierno monocolor.4

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