• Asignatura: Castellano
  • Autor: isaacespin69
  • hace 5 años

Necesito 3 poemas ecuatorianos del siglo 20

Respuestas

Respuesta dada por: Luisguillermoagu
1

Respuesta:Mi juguetona Musa,

aunque con torpe lira,

por esta vez pretende

consagrarte su voz, Magdalenita.

No examines si es dulce,

si es bella mi poesía,

atiende solamente

al afecto sincero que la dicta.

Pero en este momento

la memoria se aviva

de que estás tanto tiempo

del hermano que te ama, dividida.

Y este triste recuerdo

todo placer me quita,

y funestas ideas

sólo ofrece a mi triste fantasía.

Tinieblas me parece

la amable luz del día,

y me son hasta odiosas

las cosas que los otros ven y admiran.

Pero importa muy poco,

amable hermana mía,

que estemos separados,

estando nuestras almas tan unidas.

Ellas siempre atraviesan

la distancia infinita

que nos separa; se unen,

dulcemente conversan y se miran.

Se prestan mutuamente

las promesas más finas;

y un genio, un modo mismo

de pensar y de obrar, la unión confirma.

Alguna vez las dudas

perturban nuestra dicha,

pero a pocos instantes

como ligeras nubes se disipan.

¡Felices los que así aman!

Así Magdalenita

será con José, siempre

del amor fraternal imagen viva.

Mi corazón es tuyo,

Mis afectos, mi vida;

pero todo esto es menos

de lo que tu mereces todavía.

Mis tiernas expresiones

reparte en la familia,

adiós. Tu amante hermano.

¡Y amarle pude! Al sol de la existencia

se abría apenas soñadora el alma...

Perdió mi pobre corazón su calma

desde el fatal instante en que le hallé.

Sus palabras sonaron en mi oído

como música blanda y deliciosa;

subió a mi rostro el tinte de la rosa;

como la hoja en el árbol vacilé.

Su imagen en el sueño me acosaba

siempre halagüeña, siempre enamorada;

mil veces sorprendiste, madre amada,

en mi boca un suspiro abrasador;

y era él quien lo arrancaba de mi pecho;

él, la fascinación de mis sentidos;

él, ideal de mis sueños más queridos;

él, mi primero, mi ferviente amor.

Sin él, para mí el campo placentero

en vez de flores me obsequiaba abrojos;

sin él eran sombríos a mis ojos

del sol los rayos en el mes de abril.

Vivía de su vida apasionada;

era el centro de mi alma el amor suyo;

era mi aspiración, era mi orgullo...

¿Por qué tan presto me olvidaba el vil?

No es mío ya su amor, que a otra prefiere.

Sus caricias son frías como el hielo;

es mentira su fe, finge desvelo...

Mas no me engañará con su ficción...

¡Y amarle pude, delirante, loca!

¡No, mi altivez no sufre su maltrato!

Y si a olvidar no alcanzas al ingrato,

¡te arrancaré del pecho, corazón!Corred, lágrimas tristes,

que es dulce al alma mía

sentiros a raudales

del corazón manar;

corred, que los suspiros

que exhalo en todo el día

las ansias de mi pecho

no bastan a calmar.

Triste, férvido llanto,

tus gotas de amargura

mitigan celestiales

la sed del corazón;

y sólo tú suavizas

mi horrenda desventura,

y sólo tú consuelas

mi lúgubre aflicción.

Que cuando de la cima

de dulce venturanza

desciende el alma al golpe

del dardo del pesar,

si entonces con la dicha

perdemos la esperanza,

nos queda sólo el triste

consuelo de llorar.

Y así la flor marchita

revive del consuelo

con lágrimas regadas

por lóbrego dolor,

como al nocturno llanto

de tenebroso cielo

cobran las flores secas

su aroma y su color.

Corred, lágrimas mías,

consuelo a mis dolores;

en férvidos raudales

del corazón manad;

y así, de mis ensueños

revivan ¡ay! las flores

que ha marchitado el rayo

del sol de la verdad.

Explicación:

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