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dernos, ya que, como señala Nature, “en un informe que se remonta a 1860, antes del descubrimiento de la fase REM del sueño, se afirmaba que los ornitorrincos jóvenes realizaban movimientos natatorios con sus patas delanteras mientras dormían”.
Los sueños son las chispas y efusiones de un sistema en modo de espera, como los crujidos de una vieja televisión que se está enfriando
Puede que los escritores creen androides que sueñen con ovejas eléctricas, ¿pero podemos ahora afirmar con certeza que los ornitorrincos sueñan con jugosas langostas? La verdad es que no. La onirología, a pesar de todo lo que sabemos sobre la fisiología del sueño, sigue siendo un campo enigmático y controvertido. Durante la fase no REM del sueño, el ADN se repara y el organismo recarga las pilas para el día que hay por delante. Pero la pregunta que ya inquietaba a nuestros antepasados de por qué soñamos - y sueñan, probablemente, la mayoría de los mamíferos - sigue siendo muy difícil de responder.
Hasta hace relativamente poco, se daba por sentado que los sueños tenían un significado. Esas visiones extrañas que llegaban durante la noche, cuando la oscuridad en derredor era sinónimo de peligro, debían de ser mensajes de los dioses, o destellos del futuro. Los sueños de los hombres y mujeres poderosos podían volverse famosos; aparecieron personas cuyo trabajo era descifrarlos, pues los sueños podían predecir el destino del clan o la nación. El Antiguo Testamento cuenta la historia de José, convocado para interpretar el sueño del faraón en el que aparecían siete vacas “cebadas” y siete “raquíticas”. José confió en Dios, que le permitió comprender que aquello significaba años de plenitud para el reino, seguidos de una terrible hambruna.
Hasta hace relativamente poco, se daba por sentado que todos los sueños tenían un significado
Sin embargo, las premoniciones no son solo cosa de la historia antigua. Diez días antes de ser asesinado de un tiro por John Wilkes Booth, Abraham Lincoln soñó lo siguiente:
“Oía sollozos quedos, como si varias personas estuviesen llorando. Decidí salir de la cama y bajar las escaleras. Allí el silencio se rompió con los mismos sollozos tristes, pero los dolientes eran invisibles. Fui de habitación en habitación: no había un alma, pero esos sonidos de pena y aflicción iban recibiéndome a mi paso […]. Seguí hasta llegar a la Sala Este, en la que entré. Allí me encontré una sorpresa repugnante. Ante mí había un catafalco, sobre el que descansaba un cadáver envuelto en una mortaja. Lo rodeaban soldados que hacían guardia; y había un gran gentío, algunos contemplando con gesto lúgubre el cadáver, que tenía la cara cubierta, otros sollozando lastimosamente. ‘¿Quién ha muerto en la Casa Blanca?’, pregunté a uno de los soldados. ‘El presidente’, respondió, ‘¡lo ha matado un asesino!’. Entonces se elevó de entre la multitud un estallido de congoja, que me arrancó del sueño”.
Una coincidencia, claro. Lincoln corría permanentemente el riesgo de ser atacado, a punto de lograr la victoria tras una guerra civil cruenta. Pero todos podemos reconocer esa sensación misteriosa de su sueño; esa atmósfera espeluznante y aciaga. ¿De dónde proviene?
Para la psicóloga Linda Blair existen dos tipos de sueños. El primero representa una clasificación de los contenidos del día, un poso de sedimentos que no es demasiado trascendente. Pero hay otros, “sueños que vienen acompañados por una reacción emotiva, ya sea de felicidad, tristeza o rabia. Esos sí tienen significado”.
Explicac:
En consecuencia oresumido nuestro serebro sueña lo que quiere soñar y no te puedes forsar a soñar dame coronita pls