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Respuesta:
Nicolás Mangana era un campesino pobre pero ahorrativo. Su mayor ilusión era juntar dinero para comprar unos puercos y dedicarse a engordarlos.
—No hay manera más fácil de hacerse rico —decía—. Los puercos están comiendo y el dueño nomás los mira. Cuando ve que ya no van a engordar más, los vende por kilo.
Cada vez que a Nicolás Mangana se le antojaba una copa de mezcal, decía para sus adentros:
—Quítate, mal pensamiento.
Sacaba de la bolsa dos pesos, que era lo que costaba el mezcal en la tienda del pueblo donde vivía y los echaba por la rendija del puerco de barro que le servía de alcancía.
—En puerco se han de convertir —decía al oír sonar las monedas.
Cuando alguno de sus hijos le pedía cincuenta centavos para una nieve.
Nicolás decía:
—Quítate esa idea de la cabeza, muchacho —sacaba un tostón de la bolsa, lo echaba en el puerco de barro y el niño se quedaba sin nieve.
Cuando la esposa le pedía rebozo nuevo, pasaba lo mismo. Veinticinco pesos entraban en la alcancía y la señora seguía tapándose con el rebozo luido.
Compró un libro que decía cuáles son los alimentos que deben comer los puercos para engordar más pronto y lo leía por las tardes, sentado a la sombra de un mezquite. Cada vez que se juntaba con sus amigos hablaba de puercos, y cuando no hablaba de puercos hablaba de camitas, y cuando no de camitas, de morcilla. Acaba-ron diciéndole “Nicolás, el de los puercos”.
Tantas copas de mezcal no se tomó Nicolás, tantas nieves no probaron sus hijos y tantos rebozos no estrenó su mujer, que el puerco de barro se llenó.
Cuando Nicolás vio que ya no cabía un quinto más, rompió la alcancía y contó el dinero que estaba adentro, llevó la morralla a la tienda y la cambió por un billete nuevecito que tenía grabado junto al número mil la cara de Cuauhtémoc.
Regresó a la casa, juntó a la familia y les dijo:
—No somos ricos, pero ya mero. Con este billete que ven ustedes aquí voy a ir a la feria de San Antonio y voy a comprar unos puerquitos, los vamos a poner en el corral de atrás, los vamos a engordar, los vamos a vender y vamos a comprar más puerquitos, y así vamos a seguir hasta que seamos de veras ricos.
*Fragmento del libro 'Piezas y cuentos para niños', de Jorge Ibargüengoitia (Booket, 2016).
Cortesía otorgada bajo el permiso de Grupo Planeta México.Los puercos de Nicolás Mangana
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