ME PUEDEN RESUMIR AMPLIAMENMENTE ELCUENTO JESUS ,MARIA Y JOSE DE OSCAR GUARAMATO PORFIS AYUDAAA
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Respuesta:
Al llegar a la cuesta, el asno apresuró la marcha. María buscó acomodo en la montura y miró hacia el hombre. María bostezó y el ruido leve al aspirar hizo que el hombre la mirase.
- ¿Cansada?.
- No.
- ¿Sueño, entonces?.
- No. No siento sueño.
- Sí -murmuro el hombre-. Debes estar cansada.
- El pueblo no esta lejos.
En los ojos de María hubo un parpadear de inquietud:
- ¿Encontraremos posada?. En el otro pueblo y en las aldeas por donde pasamos, no encontramos.
Adelante, bajo la claridad lunar, emergían las primeras
casuchas del pueblo. Y por todas las callejas deambuló José en busca de albergue. Y en todos los sitios le negaron posada, en ninguno encontraban lugar donde quedarse. Y sucedió que en la casa del viejo Tobías, había festejos por la boda de su hija. Y cuando llegó José y suplicó cobijo, el viejo se enterneció y ofreció a los forasteros la parte trasera de la casa. Y era aquel lugar donde amontonaban los toneles inútiles, las sillas rotas y el pienso de las bestias. Y en el pesebre nació el niño. Y el niño se llamó Jesús.
Y dijo el negro:
- Toma, para tu niño.
Y dio a María un pomo de ungüentos olorosos. Y dijo el moreno:
- Toma, para tu niño.
Y dio a María un pájaro de siete colores. Y entonces el blanco llamó aparte a José y le dijo:
- Tu vienes de un pueblo lejano. Yo voy hacia un pueblo lejano. Tu no posees ni una misera pieza de plata para dar lecho limpio a tu mujer. Yo te daré oro.
- ¿Oro? -balbuceo' Jose-. ¿Me darás oro?.
- Sí. Te daré oro reluciente. Oro que nunca has tocado
con tus manos. José miraba al blanco -los ojos de añil, el cabello amarillo, el pecho de gladiador.
- ¿En verdad me darás oro? -pregunto' de nuevo-.
- Ya lo has oído.
Jesús, el niño, lloraba junto a la lumbre del amanecer. El hombre blanco sonreía en la bruma. Jose preguntó, una vez mas:
- Y... ¿a cambio de que me darás tu oro?.
La sonrisa del blanco llenaba toda su faz.
- He dicho que voy hacia un pueblo lejano. He caminado durante dias. Mis pies ya no resisten. Yo te doy mi oro y tu me das tu asno... En los brazos de María goteaba el llanto del niño. "Es el frio del amanecer" -pensó Jose. El hombre blanco se impacientaba. Jose miró a María -gacela de ámbar, tamborín de miel- y dijo de repente:
- Trato hecho.
- Toma tu oro.
La pieza brillaba en sus manos como un pequeño sol. Y en una de sus caras había un ave con el cuello torcido. Y José observó: "Es un ave de presa". El blanco montó sobre el asno y los otros le siguieron.
Sobre el pesebre correteaba el alba.
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