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Este documento forma parte de una serie de notas de debate que abordan preguntas fundamentales sobre la COVID-19 y las estrategias de respuesta. Los trabajos han sido elaborados sobre la base de la mejor información científica disponible y pueden ser actualizados a medida que esta evolucione.
Redactado por los investigadores de ISGlobal Sarah Koch, Jill Litt, Carolyn Daher y Mark Nieuwenhuijsen, el documento aborda la necesidad de realizar actividad física, esencial para una buena salud física, mental y social, y recomienda incluirla urgentemente en la estrategia de desconfinamiento.
El confinamiento en España
La salud física, mental y social, así como el bienestar, mejoran con la práctica de actividad física regular, tanto en la infancia como en adolescentes, personas adultas y mayores. España adoptó medidas extremas para reducir la propagación de la COVID-19, incluyendo el confinamiento total en los hogares, y permitiendo a la ciudadanía abandonar sus casas únicamente para acceder a servicios esenciales como la compra de alimentos, ir al banco y recibir asistencia médica en farmacias u hospitales. Según los datos proporcionados por Fitbit sobre la monitorización de la actividad física mediante dispositivos móviles, los niveles de actividad física se redujeron en un 38% al cabo de una semana de confinamiento. Todavía no se han estimado los impactos sobre la salud provocados por esta drástica reducción en la actividad física, pero se espera que sean extensos y graves.
Para poner esta reducción de la actividad física y la subsiguiente amenaza para la salud en una perspectiva más amplia: incluso antes de la pandemia de COVID-19, sólo el 24% de los adolescentes, el 66% de los adultos y el 68% de las personas mayores en España cumplían con las recomendaciones de la OMS relativas a la actividad física.
Importancia del acceso a la actividad física en el exterior
Entre los efectos beneficiosos de la actividad física regular, en especial durante la pandemia de la COVID-19, se incluyen:
Salud inmunológica y respiratoria. El ejercicio aumenta la capacidad del sistema inmunitario y es importante para el mantenimiento de la función respiratoria.
Salud mental. Permite autogestionar y liberar estrés.
Salud metabólica. En situación de estrés se tiende a incrementar el aporte calórico de las dietas. El ejercicio físico ayuda a no ganar peso.
Salud cardiovascular. El estrés psicológico, las dietas poco equilibradas y la falta de actividad física son factores de riesgo fundamentales para la enfermedad cardiovascular, y todos ellos se han visto alterados por la crisis de la COVID-19.
Salud ósea. Como consecuencia del aumento del tiempo sedentario, la salud ósea está en riesgo, en especial en niños y niñas, adolescentes y personas mayores. Para el crecimiento y el mantenimiento de unos huesos sanos, se necesita un nivel elevado de fuerza con esfuerzos de impacto y cizalladura.
Explicación:
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