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Explicación:
El Castillo de Kerak es una herencia arqueológica que data de la época de las cruzadas y lo puedes visitar en la ciudad del mismo nombre en el occidente de Jordania. Este lugar está en la parte sur de la llamada Carretera del Antiguo Rey; siendo la capital del reino de Moab, mencionado en la Biblia; se encuentra en la parte más alta de la colina, custodiando al poblado que queda a sus pies. La imponente silueta de esta fortificada ciudad y su castillo te harán comprender enseguida el motivo por el que los destinos de reyes y naciones se decidieron en este lugar.
El Castillo de Kerak fue construido en el siglo decimosegundo y se convirtió rápidamente en uno de los fuertes más importantes entre las ciudades de Jerusalén y Aqaba. Todo este lugar soportó varios ataques en los siglos siguientes y sufrió tanto daños como remodelaciones posteriores, situación que deterioro su imagen, la cual es la que se puede apreciar en la actualidad. Como antigua fortaleza de las Cruzadas, Kerak se sitúa a 900 m sobre el nivel del mar y se asienta dentro de los muros de la antigua ciudad. En la actualidad, la ciudad tiene unos 170.000 habitantes y cuenta con gran cantidad de edificios otomanos restaurados del siglo XIX, restaurantes, Hoteles, y todo lo necesario para pasar un rato agradable; pero, indudablemente, el Castillo de Kerak es la atracción más importante. Este inmenso castillo de los cruzados se convirtió en la residencia permanente del señor de Transjordania, que en aquel entonces era el señor feudal más importante del reino de los cruzados.
El Castillo de Kerak es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura que los miembros de las cruzadas tenían en sus fortalezas, que incluye varios corredores, bóvedas de piedra que tienen un estilo romano así como unas puertas que son dignas de esta fortaleza. Las partes más antiguas de este catillo son las que están hechas en piedra volcánica oscura, mientras que las partes posteriores hechas por los árabes son más claras y están hechas en piedra caliza de color blanco.
Tras soportar varios embates a principios de 1170, Kerak pasó a estar bajo el control de Reinaldo de Châtillon, un señor que se hizo famoso por su temeridad y barbarie. En contravención de todos los tratados, empezó a robar a las caravanas y a los peregrinos camino de la Meca: atacó la tierra natal del Islam (la Hijaz) y asaltó los puertos árabes del Mar Rojo, llegando a amenazar incluso a la propia Meca. Saladino, soberano de Siria y Egipto, reaccionó con rapidez. Tomó la ciudad de Kerak por la fuerza, la redujo a cenizas y casi consigue saquear el castillo también. El ataque de Reinaldo en tiempos de paz a una gran caravana en 1177 provocó un rápido castigo por parte de Saladino, que atacó al reino cruzado y acabó con la derrota del ejército cruzado en la batalla de Hattin. Saladino perdonó a la mayoría de los prisioneros salvo a Reinaldo, a quien ejecutó él mismo. Los defensores de Kerak resistieron ocho meses de prolongado asedio antes de rendirse a los musulmanes que, piadosamente, les concedieron la libertad.