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Las grasas animales son aquellas que obtenemos a partir del alimento proveniente del animal, dentro de las cuales las más importantes son la manteca, el sebo y la propia grasa del pollo.
Es el tipo de grasa, por tanto, que encontramos en las carnes animales: pollo, cerdo, cabras, reses… también en productos derivados, como los lácteos y los huevos.
Sin embargo, la grasa vegetal es aquella que encontramos en los cereales, semillas, frutas, vegetales y hortalizas, granos y frutos secos.
A diferencia de las grasas vegetales, la grasa animal consumida en exceso tiende a tapar nuestras arterias de colesterol, provocando un aumento del colesterol y los triglicéridos, y además hace que la sangre se vuelva espesa, aumentando el riesgo de enfermedad cardiovascular al formar coágulos y trombos en la sangre.
Por tanto, la clave está en saber elegir qué alimentos consumimos diariamente para saber qué grasa estamos aportando a nuestro organismo. Así, por ejemplo, si bien es cierto que las grasas animales consumidas de manera puntual varias veces por semana no supone un riesgo para la salud, debemos sobretodo aumentar el consumo de alimentos ricos en grasas vegetales.