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De 0 a 2 años, primera infancia: “yo y mis padres”
Descubrimientos: el bebé tiene ante sí un mundo totalmente nuevo, y manifiesta interés por los objetos y las personas que le rodean. Incluso su propio cuerpo es una herramienta que todavía no conoce ni sabe controlar bien.
La figura materna: durante esta etapa, el recién nacido considera a la madre como una prolongación de su cuerpo. Su presencia constante, además de sus intervenciones positivas cada vez que se topa con una dificultad, le ayuda a superar los miedos y favorece la estabilización del sentimiento de seguridad.
Sonrisas: aparecen como una expresión de alegría del bebé en relación a un objeto externo. A partir de los 2 o 3 meses, las sonrisas son un indicador importante para saber si el niño o la niña es feliz.
El padre: se incorpora al espacio psicológico del bebé de forma lenta y progresiva. Su importancia en su desarrollo aumentará en la medida que él comparta tiempo y actividades con el pequeño.
Empezar a recordar: entre los 10 y los 12 meses, el bebé ya es capaz de pensar en los objetos y en las personas que conoce. Esto le permite empezar a asociar cada cosa con un nombre o un sonido que los identifique.