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Respuesta:En la Colonia, el ideal de quienes detentaron las posiciones de poder fue establecer una sociedad "pigmentocrática". Es decir, un conglomerado humano ordenado jerárquicamente de acuerdo al color de la piel, característica que reflejaba -según la creencia de la época- la proporción de sangre que habían recibido de los tres grupos raciales principales: españoles (blancos), indios y africanos negros. Esta estratificación social ha sido denominada como sistema de castas.
En teoría, la calidad, el prestigio y el estatus social de un individuo dependían de cuán cerca o cuán lejos estaba del color blanco, representado por los españoles. Estos eran quienes ocupaban el pináculo de la pirámide. Más aun si eran beneméritos o hijodalgos descendientes de los primeros conquistadores. A medida que se mezclaban con sangre india o negra, su posición bajaba en la escala social.
Sin embargo, las mismas políticas de la Corona española y de la Iglesia Católica de fomentar los matrimonios interraciales para combatir el concubinato, contribuyeron a desmoronar las barreras que parecían infranqueables y que estaban reglamentadas por el derecho indiano. Se generaron, así, mezclas humanas que eran muy difíciles de clasificar de forma objetiva.
Muchos escribanos y párrocos, encargados de rotular a las personas, experimentaron la dificultad de clasificar a los individuos, por lo que no fue raro que un mismo sujeto fuera negro en un bautismo y, más tarde, fuera registrado como mulato en su partida de matrimonio. De esta manera, sujetos provenientes de distintas castas se aprovecharon de estas contradicciones entre los funcionarios para mudar de estatus. También, los con menor jerarquía elaboraron diversas estrategias para intentar "pasar por" otra casta. Varios se cortaban el pelo o utilizaban otra vestimenta para aparentar una calidad mayor. El dominio de un oficio artesanal les proporcionaba riqueza y una serie de contactos sociales que le otorgaban un prestigio que les había negado -en teoría- su nacimiento.
En la práctica, las castas -pensadas como estamentos estáticos- no fueron grupos herméticos ni homogéneos. Sus integrantes tenían distintos niveles de riqueza y prestigio que les permitió ganar o perder su categoría y, también, desarrollar sus propias jerarquías internas, distintas a las manejadas por la elite. En otras palabras, el nacimiento no determinó la posición social de los individuos y la sociedad colonial les ofreció -aunque de manera estrecha- posibilidad de movilidad para superar la jerarquía del color.
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