• Asignatura: Alemán
  • Autor: mjoel0064
  • hace 4 años

Érase una vez cuatro semillas que eran buenas amigas entre sí. Llevados por el viento, finalmente aterrizaron en un claro de la jungla. Allí se quedaron, escondidos en el suelo, con la esperanza de poder crecer y convertirse en hermosos árboles. Pero cuando la primera semilla comenzó a germinar, se dieron cuenta de que no sería una tarea tan fácil. En ese claro vivía un grupo de monos, y los monos más pequeños se divertían arrojando plátanos a cualquier planta que notaran que comenzaba a crecer. Con este juego, los monos aprendieron a lanzar plátanos y también mantuvieron el claro libre de vegetación. Le tiraron tantos plátanos a esa primera semilla que casi se partió en dos. Y cuando les contó a las otras semillas lo que sucedió, todos estuvieron de acuerdo en que sería mejor esperar a que ese grupo de monos siguiera adelante antes de intentar crecer. Bueno, todos pensaron eso, excepto uno, que pensó que al menos debería intentarlo. Y cuando lo intentó, le arrojaron plátanos y la dejaron doblada en dos. Las otras semillas se juntaron y le pidieron que dejara de intentarlo, pero esa pequeña semilla estaba completamente decidida a convertirse en un árbol, y una y otra vez lo intentaba y lo intentaba. En cada nueva ocasión, los pequeños monos habían mejorado ligeramente su puntería, por lo que la pequeña semilla terminó doblada una vez más.
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Respuestas

Respuesta dada por: elianfetrt
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te ayudaria

Explicación:

Respuesta dada por: dianacahuayomamani
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Respuesta:

Hubo una vez 4 semillas amigas que llevadas por el viento fueron a parar a un pequeño claro de la selva. Allí quedaron ocultas en el suelo, esperando la mejor ocasión para desarrollarse y convertirse en un precioso árbol.

Pero cuando la primera de aquellas semillas comenzó a germinar, descubrieron que no sería tarea fácil. Precisamente en aquel pequeño claro vivía un grupo de monos, y los más pequeños se divertían arrojando plátanos a cualquier planta que vieran crecer. De esa forma se divertían, aprendían a lanzar plátanos, y mantenían el claro libre de vegetación.

Aquella primera semilla se llevó un platanazo de tal calibre, que quedó casi partida por la mitad. Y cuando contó a las demás amigas su desgracia, todas estuvieron de acuerdo en que lo mejor sería esperar sin crecer a que aquel grupo de monos cambiara su residencia.

Todas, menos una, que pensaba que al menos debía intentarlo. Y cuando lo intentó, recibió su platanazo, que la dejó doblada por la mitad. Las demás semillas su unieron para pedirle que dejara de intentarlo, pero aquella semillita estaba completamente decidida a convertirse en un árbol, y una y otra vez volvía a intentar crecer. Con cada nueva ocasión, los pequeños monos pudieron ajustar un poco más su puntería gracias a nuestra pequeña plantita, que volvía a quedar doblada.

Las Semillas, Cuento

Pero la semillita no se rindió. Con cada nuevo platanazo lo intentaba con más fuerza, a pesar de que sus compañeras le suplicaban que dejase de hacerlo y esperase a que no hubiera peligro. Y así, durante días, semanas y meses, la plantita sufrió el ataque de los monos que trataban de parar su crecimiento, doblándola siempre por la mitad. Sólo algunos días conseguía evitar todos los plátanos, pero al día siguiente, algún otro mono acertaba, y todo volvía a empezar.

Hasta que un día no se dobló. Recibió un platanazo, y luego otro, y luego otro más, y con ninguno de ellos llegó a doblarse la joven planta. Y es que había recibido tantos golpes, y se había doblado tantas veces, que estaba llena de duros nudos y cicatrices que la hacían crecer y desarrollarse más fuertemente que el resto de semillas. Así, su fino tronco se fue haciendo más grueso y resistente, hasta superar el impacto de un plátano. Y para entonces, era ya tan fuerte, que los pequeños monos no pudieron tampoco arrancar la plantita con las manos. Y allí continuó, creciendo, creciendo y creciendo.

Y, gracias a la extraordinaria fuerza de su tronco, pudo seguir superando todas las dificultades, hasta convertirse en el más majestuoso árbol de la selva. Mientras, sus compañeras seguían ocultas en el suelo. Y seguían como siempre, esperando que aquellos terroríficos monos abandonaran el lugar, sin saber que precisamente esos monos eran los únicos capaces de fortalecer sus troncos a base de platanazos, para prepararlos para todos los problemas que encontrarían durante su crecimiento.

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