Respuestas
Una vez Pedro Urdemales estaba cerca de un camino haciendo su comida en una olla que,
calentaba a un fuego vivo, hervía que era un primor.
Divisó a lo lejos que venía un caballero montado en una mula y se le ocurrió jugarle una
treta. Sacó rápidamente la olla de las brasas, apagó el fuego con sus pies y se la llevó a un
lugar distante. La puso arriba de unas piedras en medio del camino por el que venía el
caballero y, justo cuando éste pasaba, golpeó con dos palitos la cobertera de la olla como si
fuese un tambor.
Repitiendo al compás del tamboreo dijo:
—Hierve, hierve, ollita hervidora, que no es para mañana, sino para ahora.
El caballero, sorprendido de una operación tan extraña, se detuvo y le preguntó:
—Dígame compadre, ¿qué hace usted ahí sentado, golpeando con unos palitos la tapa de
una olla?
—Estoy haciendo mi comidita —respondió Pedro Urdemales.
—¿Y cómo la hace sin tener fuego? —interrogó el caballero.
Pedro, levantando la tapa de la olla, repuso:
—Ya ve, señor, como hierve la comidita. Es una olla mágica que me dio mi madre. Para
que hierva no hay más que llenarla de agua, poner todo lo que quiera comer, tamborear en la
tapa y decirle:
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