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Su historia comienza en Chanduy, un pueblo pequeño y pobre. Desde muchacho escuchaba las historias que su padre y otros mayores recordaban a viva voz.
Su padre, Vicente Villón, fue un humilde zapatero, quien crio a trece hijos. Teniendo la vida cuesta arriba, José no estudió inmediatamente la secundaria. Tuvo que ganarse la vida ejerciendo diversos oficios, pero sin perder jamás su interés por la historia.
Cuando a sus 28 años se estableció en Guayaquil, recién se matriculó en un colegio nocturno. Pero José Villón desde 1978 visitaba los pueblos peninsulares con la tarea de recabar información histórica.
Todas esas andanzas, anotaciones e investigaciones le servirían para escribir, hasta sus libros de historia.
Con orgullo manifiesta que en 1985 conoció al doctor Rodolfo Pérez Pimentel, historiador y cronista de Guayaquil, “quien me incentivó a seguir en el campo de la historia”. Así se relacionó con destacados historiadores como Alejandro Guerra, Ezio Garay, Efrén Avilés y otros.
Con sinceridad recuerda: “Yo ya escribía, pero me daba un poquito de vergüenza porque me presentaban como profesor Villón, y yo solo había terminado la primaria”, manifiesta quien hace dieciséis años –apoyado por Miriam, su esposa– se graduó de abogado. Desde entonces ejerce su profesión y rescatar la historia de su provincia chola es su pasión. “Guayaquil me ha dado todo: mis estudios, una familia, pero soy de Chanduy, de la Península y a mi tierra no la voy a negar jamás”.
Tres años atrás dio a conocer su obra: Tradiciones, costumbres y creencias de mi pueblo Chanduy donde Villón, por ejemplo, cuenta: “Si en un pueblo se muere un ciudadano, ese día o hasta que lo entierran, queda prohibido comer carne, porque creen que se están comiendo la carne del muerto”.
Asimismo, cuenta que el viernes de Semana Santa “nadie iba a la playa y peor a bañarse, ya que había la creencia de que se podía convertir en pescado o pudiese salir con escamas en el cuerpo”, creencias que han ido desapareciendo.
En agosto del 2014, Villón ingresó a la Academia de Historia del Ecuador como miembro correspondiente y desde abril del presente año es miembro numerario.
“Lo cual es un gran honor para un cholo peninsular –manifiesta Villón–. Y seguiré escribiendo: nadie es profeta en su tierra, porque allá he buscado trabajo en diversas instituciones y se me cierran las puertas”, sostiene.