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En mi casa, hace años, hemos construido un momento sólo nuestro. Algunas veces aparecen pequeños "piratas" de sorpresa, amiguitos de nuestra hija, quienes acogemos con una bienvenida, pero normalmente solemos estar solos los de la familia. Al caer de la tarde de los viernes nos reunimos para charlar, compartir una película, un documental o un vídeo familiar, un juego, comiditas o simplemente para leer o escuchar música. Es un momento verdaderamente único que seguramente guardaremos todos en el cajón de los buenos recuerdos.
Algunas veces, este momento se traslada a una sala de cine o a una bolera, o aun a un paseo por el parque. Son momentos en que alimentamos nuestros vínculos, que sirven para conocernos más, en los que también compartimos anécdotas y chistes, risas, carcajadas, en los que promocionamos el diálogo y la afectividad desde cuando nuestra hija era pequeña. Antes, estos momentos se centraban más en ella, en bailar y dibujar con ella, en contarle cuentos, hacerle un teatro de títeres o escuchar y cantar juntos sus canciones infantiles.
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