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Hacia 1838 el federalismo había sido profundamente transformado por el influjo de Rosas. Por cierto, el orden rosista, reflejo de la hegemonía de Buenos Aires sobre el resto del país, poco tenía que ver con las aspiraciones originarias de los caudillos federales. Es más: en medida creciente, estos sectores federales tendían a identificar el manejo centralizado de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina como la causa del estallido de los numerosos conflictos internacionales de la etapa rosista. Para las provincias del Norte, la guerra contra la Confederación Peruano-Boliviana había sido consecuencia de la influencia creciente del gobierno de Rosas, y los caudillos norteños temían que el conflicto entre Rosas y Francia impusiera nuevos sacrificios a esa castigada región. En Buenos Aires y el Litoral, la causa del choque con Francia era vista como un resultado del creciente autoritarismo de Rosas en el gobierno de Buenos Aires. Según la óptica de estos sectores federales porteños y litoraleños, los residentes extranjeros formaban el único sector de la población porteña capaz de reaccionar ante el poder rosista y era su reacción la que había desembocado en el bloqueo francés (1).
La oposición más seria a la política de enfrentamiento con Francia adoptada por el gobierno de Rosas provenía de las provincias del Litoral, especialmente de Santa Fe y Corrientes, cuyos intereses comerciales se veían perjudicados por el control monopólico que Buenos Aires ejercía tanto sobre la Aduana como sobre la navegación de los ríos Paraná y Uruguay.
El descontento de las provincias del Litoral alimentaba en el cónsul francés Roger la esperanza de que Rosas debía sucumbir a la oposición que se venía congregando en su contra. El principal cabecilla de este movimiento contra Rosas era Domingo Cullen, gobernador delegado de Santa Fe, quien no ocultaba sus simpatías por los franceses. Cullen consiguió que el gobernador de Santa Fe, Estanislao López, lo enviara a Buenos Aires a responsabilizar a Rosas por comprometer la integridad de la Confederación Argentina en una guerra con Francia, conflicto cuya causa radicaba en agravios y leyes de interés exclusivo de la provincia de Buenos Aires. Cullen llegó a amenazar a Rosas con que las provincias del Litoral le retirarían la facultad de dirigir las relaciones exteriores si éste no llegaba a un pronto acuerdo con Francia. Contaba para ello con la adhesión del gobernador de Corrientes, Genaro Berón de Astrada, y los de Córdoba y Santiago del Estero. Pero cuando Rosas conoció la propuesta de Cullen se enfureció, pues el Restaurador no podía aceptar que alguien interfiriese en su carácter de encargado de las relaciones exteriores. Finalmente, el 19 de mayo de 1938, se produjo la misteriosa muerte del gobernador López de Santa Fe (2), y Cullen debió partir a su provincia para dominar la situación, aunque no tardó en caer en desgracia tras ser acusado de negociar con los franceses el levantamiento del bloqueo.
Cullen se dirigió entonces a la provincia de Santiago del Estero donde pidió asilo. Pero desde aquí comenzó a establecer relaciones en el interior para enfrentar a Rosas. En enero de 1839 Fructuoso Rivera le escribía diciendo:
Importa que V. se ponga de acuerdo con los gobiernos de todas las provincias argentinas que estén dispuestas a sacudir el yugo que les ha impuesto un tirano astuto y falaz. Supongo que V. habrá recibido mis anteriores que le remitió nuestro común amigo don Blas Despouy, y que a más habrá tenido noticias mías por el gobierno de Corrientes. Mucho convendrá que yo reciba sus cartas circunstanciadas para que me sirvan de guía, y poder por este medio desenvolver mi plan y operaciones consiguientes; así es que no omita V. cosa alguna de importancia, muy especialmente de sus relaciones y disposiciones con los gobiernos del interior con quienes es menester ponernos de acuerdo (...) (3).
Este movimiento que se gestaba en el interior en combinación con Rivera y los unitarios exiliados en Montevideo se inscribía dentro del conjunto de conspiraciones e insurrecciones que se fraguaron contra el Restaurador entre 1838 y 1840, época del bloqueo. Figuraron entre éstos la declaración de guerra de la Banda Oriental y de Corrientes a fines de 1838; la conspiración de Maza, descubierta a principios de 1839 en Buenos Aires; la invasión de Lavalle a Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe de 1839 y 1840; la deserción de La Madrid en 1840, etc.