El Vulcano era herrero, digno muy respetable labrador de metales. Trabajaba arduamente en su fragua, modelando con orgullo oro, plata o bronce. Cincelaba también el hierro en el yunque, y tallaba con precisión matemática un día cansado de aquella lúgubre monotonía, decidió estudiar y probar mezclas de nuevos metales. Quería inventar algo, pero aun no sabía que, solo anhelaba luz y vida.

Tomo una gran cratera de oro y otra de plata e hizo varias pruebas, pero ninguna le dio el resultado apetecido. Comenzaba a desesperarse y a desistir era ya una posibilidad real. Su desanimo crecía y crecía, pero un día, de forma inesperada y fruto de un descuido, ocurrió algo fantástico. Merecedor de todo tipo de elogios.

Su desaliento por falta de logros le hizo perder concentración y atención en el trabajo. Una distracción casi le produjo una quemadura cuando la cratera de reluciente oro dorado mezclo varios metales y al añadir el último con su áureo crisol, una gran gota de metal liquido salto y cayó al suelo.

Para su sorpresa, el líquido, de un brillo sin igual, comenzó a perforar el suelo. No se detenía en su paso firme. Vulcano lo veía abajo, adentrándose hacia las profundidades de la tierra, sin detenerse y abriendo un hueco cada vez mayor que le separaba de él.

La gran bola incandescente continua sin descanso hacia las profundidades hasta que llego al centro mismo del planeta .Allí permaneció unos instantes y formo, con su color, una gran masa viscosa de sustancias calientes licuadas mientras el agujero que la comunicaba con el herrero se iba cerrando. Desde la fragua, vulcano perdía su visión.

Poco después, el metal liquido continuo su camino y llego a atravesar toda la tierra hasta llegar a la superficie de nuevo en un lugar diametralmente opuesto al del inmemorable herrero. Allí tomo el vuelo hasta lo más alto del cielo e ilumino con su luz toda esa parte del planeta. Había nacido el sol y con él, la luz del día.

Entretanto, en las antípodas, el herrero había mezclado de nuevo otros minerales de aquella curiosa amalgama en su cratera de plata. Los vertió en su crisol plateado y otra bolsa liquida y caliente, aunque menos que la anterior, salto, al aire, pero en vez de caer suelo subió hasta el cielo y formo la blanca luna de nácar, llena de vida y alegría.

Una minúscula gota de lágrima de cristal broto de la gran luna. Se desprendió de ella provocando en ese momento una explosión de incontables y pequeñas bolsas luminosas con forma de estrellas. Salpicaron sin orden aparente todo el firmamento de la noche. Con sus resplandores centelleantes. La oscuridad se iluminaba de luna y estrellas plenas de fulgor.

Estos relampagueantes luces nacidas lloraban de alegría como lo hacen todos los recién nacidos. Cada una de esas lágrimas de estrella formo, en los distintos lugares donde cayeron, lagos, ríos, mares y océanos. El ingenioso trabajo de vulcano daba sus frutos.

Vulcano es el nombre que los romanos adoptaron para Hefesto. ¿Qué fue lo que paso con este dios?

ayudenme ;-; me dio un chingo de flogera leer ;-; nd de buscar en internet ;-;

Respuestas

Respuesta dada por: Anónimo
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Lo que paso con este dios fue que gracias a sus inventos provocó cosas asombrosas que ni él se lo esperaba dando así sus frutos.

espero que te sirva de ayuda aunque no creo que de mucho pero hice lo que pude u.u  

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